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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

El árbol de los nidos
Foto enviada por Qnk

Pandora ardía de curiosidad. Se mordió los labios.
— ¡Pandora! ¡Pandora! ¡Por favor, déjanos salir! —gemía un coro de vocecillas dentro del tarro.
Pero…, ¡cómo deseaba saber lo que había dentro de aquel tarro! Sus miradas a la caja y sus pasos inquietos delataban su nerviosismo. De pronto, como en un sueño, se encontró junto a la caja abierta, limpiando el polvo del misterioso tarro.
“Si rompo el sello”, pensó, “Epimeteo sabrá que he abierto la caja”. Así pues, cerró la caja nuevamente y trató de no pensar más en ella.
Ante su mirada impaciente apareció un tarro, sellado con cera y cubierto de polvo. De su interior provenían unos sonidos que cada vez se hacían más fuertes.
Pandora abrió por fin la caja.
— ¡Pero si parece un animalito! ¡Oh, no puedo dejarlo encerrado ahí dentro!
Inmediatamente brotó de la caja un pequeño murmullo, como el aleteo de una mariposa contra el cristal de una ventana.
Desató la cuerda y levantó los cierres.
Entonces decidió distraerse realizando pequeñas tareas por la casa. Mas por la tarde ya no podía dominar su impaciencia.
“Me pregunto qué habrá dentro”, pensaba. “Creo que Epimeteo bromeaba acerca de lo que le dijo Mercurio. Al fin y al cabo, es un regalo para mí. Además, la promesa la hizo él, no yo. No va a pasar nada porque mire en su interior un momento.” Sus dedos comenzaron a desatar el nudo de la cuerda, pero se detuvo a tiempo.
Al día siguiente, cuando salió Epimeteo, Pandora se puso a pensar en la caja. Sus pasos la llevaban una y otra vez a ella, hasta que no pudo resistir que sus dedos se acercaran a aquellos polvorientos cierres, a aquella cuerda dorada de la caja.
— ¡No, Pandora! No nos pertenece. Debemos respetar los deseos de Mercurio. No la toques.
Déjame que mire dentro. ¡Sólo un instante!
—No, Pandora —contestó su esposo con firmeza—. Esta caja me ha sido confiada por el dios Mercurio para que la tenga a buen recaudo. Me advirtió que si alguna vez la abría, iba a lamentarlo, y yo le prometí que, pasara lo que pasara, jamás la abriría.