— ¿Y la tercera
puerta?
—Detrás de la tercera puerta hay un baúl lleno de monedas de oro, guardado por un tercer perro.
—Ese es el que quiero —dijo el soldado, atándose la cuerda alrededor de la cintura y saltando a la rama inferior del
árbol—. Supongo que tú querrás compartir el tesoro conmigo, ¿no, vieja?