Furioso, el hermano mayor salió precipitadamente de la
cueva. Mas lo único que pudo distinguir a la luz del
amanecer fue unos rostros grotescos, huesos blancos y plumas. Visiblemente espantado, llamó a sus hermanos para que se reunieran con él. Luego, ocultándose los unos con los otros, salieron los guerreros de la cueva. Tombi y las demás muchachas se pusieron a gemir y a gritar de una forma horrible. Agitaron sus faldas de plumas y patearon el suelo con sus pies pintados de blanco.