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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Tebeos de chicas
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

De esta manera, gracias a su astucia y ansias de seguir viviendo, la tortuga pudo salvar su vida y continuar alegrando cada mañana al bosque y sus moradores, con el bello tocar de su flauta.
Sin más, con mucha decisión, emprendió una carrera muy rápida para ser tortuga hacia las profundidades del bosque, de donde nunca debió haber sido retirada.
Elevó la mirada por encima de su caparazón y vio como el hombre volvía con leña. Le faltarían tan sólo dos minutos para llegar a la cabaña. ¡Justo a tiempo!- pensó. Una pieza más y de seguro que mi flauta y yo seríamos sopa para la noche.
A estos el pedido de la tortuga les pareció lógico y accedieron, no sin antes pedirle que no tardara, pues su padre estaba a punto de llegar.
La tortuga disimuló su emoción ante el potencial éxito de su plan. Fue desplazándose lentamente por la casa hasta la puerta, bajo la atención de los pequeños, y una vez salió dio pasos lentos y suaves, como quien realmente estira los pies tras bailar hasta el cansancio.
Decidida la tortuga salió de la jaula y comenzó a bailar a la vez que tocaba, mientras los tres hijos de su captor la aplaudían con gran regocijo.
Dos, tres, cuatro y hasta cinco piezas bailó y tocó la tortuga, pero calculando que el hombre estaba por regresar de un momento a otro, lo cual le impediría llevar a buen término su plan, pidió a los niños que le dejaran descansar y estirar un poco las piernas en los alrededores de la casa para seguir luego regalándoles su arte.
- ¡Por supuesto!- dijo con algarabía la mayor, que también había sido como hipnotizada por el encanto de ver un tierno animal desprendiendo notas de tan agradable ritmo.
Eso me han dicho- dijo con resignación la tortuga, a la que pronto se le iluminó el rostro por una idea brillante que cruzó por su cabeza. – También son buena bailando, pero es algo que no puedo hacer dentro de la jaula. ¿Quieren ver?
-Tienes un talento especial, ¿sabes?- comentó tiernamente el del medio.
- ¡Pero si es una tortuga!- exclamó emocionado el menor.
Más convencida por su propia curiosidad que por los anhelos de los hermanos, la hermana mayor cedió y tomó la llave. Rápidamente, pero con mucho cuidado, abrió la jaula y quedó fascinada junto al resto al ver la escena mágica que se levantaba ante sus ojos.
-Y lo haremos- replicó el más chiquito-, pero cómo no vamos a ver qué causa esta linda melodía.
– Ni se les ocurra- gritó tajantemente la mayor. Prometimos dejar todo tal cual estaba.
– Tienes razón- comentó el del medio. Echemos un breve vistazo, papá no lo notará.
Así, sacó su flauta y empezó a tocar, y aunque la melodía denotaba lo triste y nostálgica que se sentía, la música resultante era igual de atrapante y bella.
Cautivados por la repentina sonoridad celestial los niños comenzaron a preguntarse de dónde provenía ese arte hasta que el menor de los tres se percató y dijo: – ¡Creo que viene de la jaula!
Resulta que al verse encerrada en la jaula y más cerca de su fatal y predecible destino, la tortuga optó por disfrutar sus últimos momentos de vida haciendo uso de su preciado don. Ello le serviría además para aliviar la profunda tristeza que con toda lógica la embargaba.