Al ver lo que había hecho el mono viejo, un monito bajó saltando del
árbol. Se acercó con mucho sigilo al hombre, tomó un gorro y regresó al árbol. Lo mismo hicieron otros compañeros del monito con una rapidez increíble. Así que pronto hubo cuarenta y nueve monos subidos a los
árboles, parloteando y riéndose. ¡Y todos se habían puesto el gorro colorado en la cabeza! Los monos hacían tanto ruido que el hombre se despertó y vio que la bolsa estaba vacía.