— ¡Porque son muy malos! —contestó el emperador Golbasto, que aún bailaba de alegría por la noticia de la victoria—. ¡Comen los huevos pasados por
agua agujereando la parte redonda! ¿Te lo imaginas? ¡Es una
costumbre repugnante! Pero ahora los hemos derrotado y los obligaremos a comerlos por la parte puntiaguda.