El corazón de Alfege, amable, reconoció una deuda con su hermano, y le ofreció compartir el trono. Ambos reinaron, en una historia hasta entonces nunca vista, durante muchos años y en buena salud. Y, como la bondad siempre impera, fueron amados y admirados allá donde fueron. Y pronto, en todo reino y en cada rincón, fueron conocidos en buena fama.