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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

puerta del molino
Foto enviada por LUIS ANGEL

Tras esta breve conversación el delfín se alejó muy triste.
—Vaya por Dios —dijo el delfín—, ¿con que ése era tu padre? Durante la tormenta una ballena se los tragó a él y a su barco. Pobre chico, me temo que no volverás a verle.
— ¿Ha visto una pequeña embarcación con mi padre a bordo?
Agotado, Pinocho se quedó tendido en la playa mientras, poco a poco, el cielo se despejaba y el mar se calmaba. Puso sus ropas a secar al sol, y clavó la vista en el horizonte por si veía el barquito de Geppetto. Mas no vio nada. De repente, apareció un enorme pez nadando en la bahía, junto a la orilla. Pinocho le dijo: —Disculpe, señor Pez. —Tú dirás, joven —contestó el pez, que era un delfín, muy simpático por cierto.
Pinocho se tiró de cabeza a las turbulentas aguas y nadó a través del temporal. Flotaba fácilmente porque era de madera, pero el viento pronto le hizo perder el rumbo. La lluvia caía a torrentes sobre el agua, tronaba y relampagueaba. Durante varias horas la tempestad zarandeó al muñeco como a un manojo de palitos, cuando de pronto una ola gigantesca lo sacó del agua y lo arrojó sobre una playa arenosa.
Pero en aquel momento una inmensa ola se abatió sobre el barco, y éste desapareció.
— ¡Ya voy, papá! —gritó Pinocho—. ¡Yo te salvaré!
Pinocho se encaramó a una elevad roca y dirigió la vista al mar. Efectivamente, allí a lo lejos estaba Geppetto, haciendo señas a la gente de orilla.
—Un padre que ha salido en una pequeña embarcación en busca de su hijo perdido —explicó una vieja—. JPero ha estallado la tormenta y se va a ahogar.
— ¿Qué ha sucedido? —preguntó Pinocho— Les suplico que me lo digan
Había allí una muchedumbre vociferando y señalando el mar.
Pinocho saltó a lomos de la paloma y se alejaron volando, por encima de las nubes. Tenía tanto miedo de caerse, que se agarró fuertemente con ambas manos. El viaje fue muy largo, tanto que volaron todo el día y toda la noche. A primeras horas de la mañana siguiente, la paloma dejó a Pinocho sobre una playa pedregosa.
— ¡Debes venir en seguida! Tu padre, Geppetto, está a punto de partir. Hace tanto que no sabe de ti, que pensó que te habrías ido a otras tierras. Se ha construido un barco para cruzar el océano en tu busca.
Cuando Pinocho asintió con tristeza, el enorme pájaro se posó en el suelo a sus espaldas y le dijo:
— ¿Eres tú, Pinocho? Te he estado buscando por todos lados.