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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Farola de forja
Foto enviada por Qnk

Las primeras noches tuvo miedo de la soledad y del tigre, pero después de una semana comenzó a gozar de los privilegios de su nueva vida. Saltaba alegre debajo de los tunos, se echaba al sol en los gramales, se quedaba dormida junto a la quebrada, oyendo el rumor del agua, y se paraba a balar en lo más alto del cerro, como proclamándole al mundo su contento.
Entonces la ovejita negra pensó que aquella propuesta se la hacía, de la mejor buena fe, un poderoso señor, instalado en espléndida casa, a la entrada del páramo. Y ya sin la menor desconfianza, se escapó del corral de tablas y del potrero cercado con alambre de púas, y se perdió en las rocas del cerro en donde, en verdad, no escaseaba el pasto.
-Ovejita mal pensada -contestó el felino, haciéndose el disgustado-. Inténtalo y te convencerás de que nunca has tenido mejor amigo, te doy mi palabra. Además, para tu tranquilidad te informo que la carne de cordero se me indigesta: lo mismo debe pasar con la de oveja.
-Pero si yo me fugo de aquí, me vas a comer en cualquier matorral.
-Ovejita triste: para soportar golpes y desprecios, mejor estarías en los cerros, sin pastor que te trasquile y sin colegas blancas que te joroben la vida.
Esta pudiera ser la introducción a la historia de la oveja negra, precisamente escogida por el tigre para apoderarse del rebaño. Resulta que como por el colorido oscuro recibía los topones de sus compañeras y la propia madre parecía quererla menos que a las blancas, esta ovejita tonta vivía amargada y resentida. Por eso le quedó sonando lo que le dijo el tigre, deslizado un atardecer hasta donde nacía la "mana", de modo que el agua y la fresca sombra formaban un bebedero incomparable.
LA OVEJA NEGRA
La prudencia tiene ojos y lengua, eso nadie puede dudarlo. Lástima que casi siempre ande cabizbaja y hable en chino.