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Caldereta del verano
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

San Juan Nepomuceno es patrono de Bohemia y Moravia, y del secreto de confesión. También es considerado patrono de la fama y el buen nombre. Sus reliquias se guardan en Praga, en la iglesia metropolitana de San Vito.
San Juan Nepomuceno fue considerado patrono de los confesores, porque prefirió morir antes que revelar los secretos de la confesión. En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente.
En 1725, más de 300 años después del suceso, una comisión de sacerdotes, médicos y especialistas encontraron que la lengua del mártir se encontraba incorrupta, aparentemente seca y gris. De repente, en presencia de todos empezó a tomar apariencia de ser la de una persona viva. Todos se pusieron de rodillas ante este milagro. Fue el cuarto milagro que realizó el santo antes de ser proclamado oficialmente como tal.
El rey mandó matar al padre Juan; lo ataron doblado, con la cabeza pegada sobre los pies, y luego, fue lanzado al río Moldava. Esto ocurrió en el año 1393. Los vecinos recogieron el cadáver para darle santa sepultura.
El rey de Praga, Wenceslao, se dejaba llevar por dos terribles pasiones, la cólera y los celos y dicen las antiguas crónicas que siendo Juan Nepomuceno confesor de la reina, se le ocurrió al rey que el santo le debía contar los pecados que la reina le había dicho en confesión, y al no conseguir que le revelara estos secretos, se propuso matarlo. Luego el rey tuvo otro gran disgusto, consistió en que el monarca se proponía apoderarse de un convento para regalar las riquezas que allí había a un familiar. ... (ver texto completo)
Fue párroco de Praga y obtuvo el doctorado en la Universidad de Padua. Después ocupó el alto puesto de Vicario General del Arzobispado.
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Santoral

Juan Nepomuceno, Santo
Presbítero y Mártir, 20 de marzo

Por: n/a | Fuente: ACI Prensa

Mártir del secreto de confesión
Martirologio Romano: En Praga, en Bohemia, san Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Venceslao IV y, expuesto a tormentos y torturas, aún respirando fue arrojado al río Moldava († 1393).
6) Aprender a actuar... y a no actuar
El padre debe aprender a actuar. Muchas veces los padres preguntan qué hacer, cómo comportarse con el hijo ante tal circunstancia, cómo no equivocarse en edad tan crítica.

En muchos casos el qué hacer es muy sencillo: «no hacer» o «dejar hacer». No hacer, aunque no lo parezca y pueda interpretarse como desinterés, es más difícil que hacer.

En efecto, resulta espontáneo intervenir, tratar de hacer algo, especialmente cuando se tiene la sensación de que el hijo está a punto de equivocarse o no está todavía maduro para afrontar aquella situación. En realidad cuanto más interviene el padre, menos iniciativa toma el hijo.

No hacer, en este sentido, no es tampoco no actuar por indecisión o por miedo, no es ignorar al hijo, sino resistir al impulso de intervenir por una mínima cosa, o sustituir al hijo en la toma de decisiones.

El no hacer puede realizarlo el padre en muchas ocasiones:

• en el resistir al impulso de regañar, amenazar o criticar continuamente al hijo privándole de tener confianza en sí mismo;
• en el reprimir la costumbre de decirle siempre sermones;
• en el frenarse cuando la propia tendencia es querer siempre ofrecer soluciones o sugerencias;
• en el evitar juzgar, inculpar, ridiculizar sistemáticamente al hijo;
• en el contener el ansia de interpretar, investigar, hacer siempre preguntas e interrogatorios;
• en el controlarse cuando instintivamente se querría desdramatizar o dramatizar demasiado, desviar, despistar («hablemos de otras cosas», «olvidemos este asunto», «te lo tomas demasiado a pecho», «esta vez te has pasado»).

No hacer es saber dejar que actúe el silencio y dar el tiempo justo para que el muchacho pueda llegar a una mayor conciencia y a una más profunda introspección con el objeto de interiorizar positivamente su experiencia.

Es necesario un hacer positivo, entre otras cosas: crear en la familia el ambiente propicio para la educación constante; ofrecer los medios convenientes para el crecimiento integral del muchacho (colegio adecuado, actividades extraescolares sanas, pasatiempos enriquecedores, etc.); dedicar el tiempo necesario para convivir y conversar con los hijos; y saber ofrecer todo esto adecuándose a la índole y a la personalidad de cada hijo, porque cada uno es un mundo y hay que actuar con cada uno de diversa forma.

Con frecuencia los padres dicen que hacen muchas cosas por los hijos. Pero no basta un hacer si éste no va acompañado por el aliento. El aliento es diferente de la alabanza. El aliento es preventivo, consiste en sostener al muchacho en sus esfuerzos antes de que él se disponga a hacerlos, sostenerlo por encima y aun a falta de resultados; es estima y respeto sin condiciones; es ver los aspectos positivos de su comportamiento en lugar de subrayar las equivocaciones.

La alabanza, en cambio, tiende muchas veces a obtener del hijo lo que el padre espera, es posterior a las acciones, lleva a la competitividad, le puede inducir a pensar que su comportamiento es aceptable a partir del aprecio de los otros.

El aliento, por el contrario, impulsa al hijo sin que él incurra en el error de actuar sólo de cara a las expectativas de los padres.

Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: ReligionEnLibertad. com ... (ver texto completo)
5) Buscar conocer al hijo... sin "psicologizar"
El padre debe buscar conocer al hijo. En la actualidad se ha introducido la tendencia «psicologizante» de querer interpretar todo, de querer encontrar a como dé lugar una explicación a todos los comportamientos, movimientos, a cada palabra.

Pero a menudo se interpreta mal por no tener suficientes datos objetivos; lo que lleva a tener una concepción errónea del hijo. Lógicamente esto empeora la relación, dado que interpretar en esta ocasión significa prejuzgar, «etiquetar».

En cambio el verdadero conocer es acercarse, acortar las distancias, para entrar en el área de la intimidad. La racionalización no es el camino idóneo para llegar al adolescente. Para conocer al propio hijo es necesario encontrar la clave justa que permita acceder a su intimidad.

El padre podrá conocer al hijo sólo si no le infunde miedo o temor reverencial, si sabe crear una relación sana y un vínculo en plena libertad. Para lograrlo es necesario una graduación de comportamientos: no invadir el territorio del hijo sin su permiso, sino esperar con paciencia a que solo, libremente, salga fuera de su madriguera de aislamiento y clausura.

El dinero, los regalos, los premios, no pueden comprar la amistad del hijo o su simpatía. La constricción, la fuerza, las amenazas, la seducción son inútiles. Se ha constatado, en cambio, que existen tres claves que son un salvoconducto capaz de abrir todas las puertas:

• la empatía, que es la capacidad de lograr hacer manifiestos los sentimientos y afectos del hijo;
• la autenticidad, que es la capacidad de manifestar con congruencia los propios sentimientos y afectos;
• y el respeto, que es la capacidad de aceptación incondicional del hijo, tal como es. ... (ver texto completo)
4) Aprender a escuchar
El padre de familia debe saber escuchar. La verdadera escucha es profunda y difícil para los padres y para los hijos. Cuando un padre presta atención al hijo para después, como de costumbre, contradecirlo, corregirlo, hacerle notar sus fallos o decirle inmediatamente aquello que según él necesita, no lo está escuchando, sino que está librando su batalla particular.

El hijo que percibe que tiene un padre impenetrable, no se siente comprendido. Para una buena escucha es necesario ... (ver texto completo)
3) Aprender a observar al joven, estar atento
Siguiendo a una pedagoga reconocida: el padre de familia, y el educador en general, debe aprender a observar. Observar es mirar con atención, seguir atentamente.

Para poder observar es necesario «estar presentes»; es decir, garantizar una presencia discreta al hijo, en el sentido de que ya no puede ser el mismo tipo de presencia que cuando el hijo era un niño. Observar no es vigilarlo insistentemente, escudriñarlo, escrutarlo o juzgarlo para ponerle ... (ver texto completo)
2) Acoger al joven tal como es

Hay un modo de relacionarse que es de por sí satisfactorio, que hace sentirse bien; es el de acoger cordialmente a quien se tiene delante, tal como es.

A veces bastará con reforzar los puntos del lenguaje no verbal y el penetrante lenguaje de los gestos silenciosos y afectivos. Nunca es tan protagonista el cuerpo como en esta edad de la vida.

Según las ciencias psicológicas, el cuerpo es el vehículo principal de la manifestación no verbal de los sentimientos ... (ver texto completo)
Pero comunicarse es necesario y los padres lo pueden conseguir con estas 6 acciones, que recogemos aquí del libro.

1) Establecer una nueva alianza: ya no son niños

Es importante que los padres, cuando el hijo entra en la adolescencia, abandonen poco a poco ciertos rasgos del tipo de relación que se remonta a cuando el hijo era aún niño, y que establezcan una especie de nueva alianza, una relación fundada sobre bases nuevas y que se despliegue en nuevas expectativas, nuevos cometidos y nuevas responsabilidades recíprocas.

Será este cambio psicológico de actitud el que impulsará al muchacho al crecimiento hacia la madurez. Este cambio psicológico deberá adquirir poco a poco la forma de una enseñanza lo más lejana posible del tono de prédica o de sermón.

Es poco educativa, y poco eficaz, la continua exhortación pedagógica que a veces se manifiesta y expresa con suspiros, expresiones resignadas del rostro, miradas y movimientos de cabeza en señal de desaprobación. Se podría recurrir también a esto, sí, pero ante todo habría que preguntarse sobre el sentido y los rasgos de una comunicación auténtica. ... (ver texto completo)
Familias Católicas
Educar en la Adolescencia

6 cosas que los padres han de hacer si quieren poder comunicarse bien con sus hijos adolescentes
Hablar con adolescentes no es nada fácil, pero es necesario si unos padres quieren poder ayudar a su hijos

Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad

José García Santandreu, director del colegio Highlands El Encinar en Madrid, después de 25 años de apostolado y trabajo con jóvenes y adolescentes publicó en 2014 su libro «Adolescentes, qué hacemos con ... (ver texto completo)