- ¡Un queso! -murmuró el cuervo, y sintió que el pico se le hacía agua.
El ama de la casa, pensando que así el queso se mantendría más fresco, colocó el plato con su contenido cerca de la abierta ventana.
EL CUERVO Y LA ZORRA
Érase en cierta ocasión un cuervo, el de más negro plumaje, que habitaba en el bosque y que tenía cierta fama de vanidoso. Ante su vista se extendían campos, sembrados y jardines llenos de florecillas... y una preciosa casita blanca, a través de cuyas abiertas ventanas se veía al ama de la casa preparando la comida del día.