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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Billete 10€ 2002, anverso
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

El muchacho, que anhelaba correr el mundo, pero que estaba dotado de excelente corazón, dejó la bolsa a sus padres, sin tocar un céntimo, y, seguido del can, emprendió la marcha sin rumbo fijo.
Y marchóse, contento de su suerte, camino del hogar.
A pesar de ser tan chiquito el pececillo, todos comieron de él y quedaron saciados. Luego, el pescador enterró, como prometiera, las espinas en la puerta de su choza.
Por la mañana, cuando Miguelín, el hijo mayor del pescador, se levantó y salió al aire libre, encontró, en el lugar donde habían sido enterradas las espinas, un magnífico caballo alazán; encima del caballo había un perro; encima del perro un soberbio traje de terciopelo y sobre ... (ver texto completo)
-Pues si me comes -prosiguió diciendo el pececillo-, te suplico que guardes mis espinas y las entierres en la puerta de tu casa.
-Menos mal que me pides algo que puedo hacer... Te prometo cumplir fielmente tu solicitud.
- ¡Échame otra vez al agua, oh, pescador, que otro día estaré más gordo!
- ¿Qué dices, desventurado? -preguntó el interpelado, que apenas podía creer lo que oía.
- ¡Que me eches otra vez al agua, que otro día estaré más gordo!
- ¡Estás fresco! Llevan mis hijos y mi mujer dos días sin comer; estoy yo dos horas tirando de la red, aguantando el viento y la lluvia, ¿y quieres que te tire al agua?
-Pues si no me sueltas, oh pescador, no me comas. Te lo ruego...
- ¡También está bueno eso! ¿De qué ... (ver texto completo)
De repente el extraño pececillo rompió a hablar y dijo con voz dulcísima, extraordinariamente armoniosa y musical:
Finalmente, con la ayuda de Dios y de la Virgen del Carmen, a la que imploró, viendo que le faltaban las fuerzas, el pescador consiguió aupar la red, viendo que en su interior no había más que un pez muy chiquito pero gordito, cuyas escamas eran de oro y plata.
Asombrado al ver que le había costado tanto trabajo pescar aquel único pez, el pobre pescador se lo quedó mirando con la boca abierta
Y cuando fue a sacarla, la red pesaba como si estuviese cargada de plomo; por lo que el pescador tiró de ella con todas sus fuerzas, sudando a pesar del viento y de la lluvia, latiéndole el corazón de alegría al pensar que aquel día su familia no se acostaría sin cenar, como en tantas otras ocasiones.
Una mañana, muy temprano, salió el pescador camino de la playa con el estómago vacío, la cabeza baja, descorazonado, y cargado con los trebejos de pescar.
A medida que andaba, el cielo se iba ennegreciendo y cuando llegó al lugar donde acostumbraba a pescar observó que se había desencadenado una horrorosa tempestad.
Pero el infeliz pescador no pensaba más que en sus hijos y en su esposa, que ya hacía dos días que no probaban bocado, por lo que, sin hacer caso de la lluvia que le empapaba, ni del ... (ver texto completo)
EL CASTILLO DE IRÁS Y NO VOLVERÁS
Érase que se era un pobrecito pescador que vivía en una choza miserable acompañado de su mujer y tres hijos, y sin más bienes de fortuna que una red remendada por cien sitios, una caña larga, su aparejo y su anzuelo.