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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Billete 50€ 2002, reverso
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

Así se hizo y de todas las esclavas, sólo una consiguió saltar por encima de la alfombra. Esta esclava resultó ser un hombre, que al momento fue decapitado ante el Rajá.
Y así quedó satisfecha la Raní, contento el Rajá, y con vida el Gran Visir.
En cuanto a su hijo, al poco tiempo se casó con la hija del campesino, y dicen las crónicas que fueron el matrimonio más feliz de aquel reino.
-Es la pura verdad. Y para demostraros que no miento, haremos una prueba. Servíos llamar a todas vuestras esclavas, y haced que salten por turno el ancho de una alfombra. Pronto descubriremos si hay un hombre entre ellas.
- ¡Magnífico! -exclamó entusiasmado el joven-. Volvamos corriendo a mi país a fin de salvar la vida de mi padre, y al Rajá de todo peligro.
Al día siguiente el joven partió acompañado de la muchacha, y al llegar a su casa contaron al Visir el motivo de la risa del pescado. El pobre hombre, que estaba casi muerto de miedo, corrió enseguida a las habitaciones del Rajá, a quien repitió lo que le habían dicho.
- ¡Es imposible! -exclamó el monarca.
El hijo del Visir fue recibido en la casa con todas las atenciones y cuidados, y al fin de la magnífica comida que le sirvieron, contó la historia del pescado que se había reído.
-La risa del pescado significa que en palacio hay un hombre que quiere matar al Rajá -dijo la hija del campesino.
No comprendiendo el significado del mensaje, el criado volvió junto a su ama para comunicárselo. La joven se dio cuento en seguida de lo que había ocurrido y castigó severamente al ladrón.
Por el camino, el criado encontró a un hijo suyo, quien al ver lo que su padre llevaba le pidió un poco, y el servidor fue lo bastante loco para dárselo. Cuando encontró al joven le dio lo que le quedaba del regalo, y el mensaje. El hijo del Visir lo aceptó, diciendo:
-Vuelve junto a tu ama y dile que la luna está en cuarto menguante; el año sólo tiene once meses; y la marea es descendente.
-Saldré inmediatamente a decirle que entre.
-Antes adviértele que los cimientos de nuestra casa son muy fuertes. Enseguida le enviaré un regalo para que comprenda que somos lo bastante ricos para darle hospedaje.
Dicho esto, la joven llamó a un criado y lo envió al visitante con un obsequio, compuesto de una taza de aceite dulce, doce pasteles, una jarra de leche y el siguiente mensaje:
"La luna es llena; doce meses hacen un año; el mar rebosa agua."
Admiro su sabiduría -replicó la joven-. Muchos veces me he dicho que la gente es estúpida al quitarse los zapatos y cruzar descalza la corriente, sembrada de agudos guijarros. Infinidad de veces he visto que a causa del dolor producido al pisar uno de esas piedras, la persona que cruzaba el río caía dentro de él, y por no mojarse los zapatos se mojaba todo el cuerpo. Ese amigo tuyo es un hombre sabio. Me gustaría verle y hablar con él.
Esto también es sencillísimo, padre mío. Por ciudad se entiende el lugar donde puede adquirirse todo. En cambio, a la gente que no practica la hospitalidad se la considera peor que muerta. Aunque llena de seres vivos, la ciudad os resultó a vosotros peor que un cementerio, en cambio, en el cementerio, morada de los muertos, encontrasteis la caridad y el amor.
-Es verdad! -exclamó el asombrado campesino-. Te voy a contar lo último que hizo. Al llegar junto al río, en vez de quitarse los zapatos entró ... (ver texto completo)
- ¡Maravilloso! Te voy a contar otro: al entrar en un pueblecito, me dio su cuchillo y me encargó que adquiriese dos buenos caballos, pero advirtiéndome que le devolviera el cuchillo.
- ¿No son dos buenos palos una ayuda excelente para caminar? ¿No podría llamárseles caballos del pobre? Al darte el cuchillo te indicó que cortases dos palos, debiendo ir con cuidado.
- ¡Magnífico! Pues bien, al entrar en la población nadie nos invitó a refrescar ni a sentarnos, en cambio al pasar junto al cementerio ... (ver texto completo)
- ¿Y no comprendiste lo que quería decir? Pues es muy sencillo: deseaba saber si el propietario de aquel campo debía dinero a alguien, en cuyo caso el producto de la venta del trigo iría a parar a manos de sus acreedores, lo cual sería lo mismo que si ya estuviera comido.
-Es muy sencillo -contestó la joven-. Lo que tu compañero quería decir es que si ambos os hubieseis contado historias, el camino se habría hecho más fácil.
- ¡Tienes razón! Bien; quizá puedas descifrar este otro enigma. Al pasar junto a un campo de trigo, me preguntó si el grano estaría ya comido o no.
- ¡Ya comprendo! -exclamó asombrado el campesino-. Quizá puedas ayudarme a descifrar otros enigmas. Al principio de nuestro viaje, me dijo que si nos ayudásemos mutuamente, el camino sería más divertido.
-Papá, ese hombre no está loco -dijo la hija, que era una muchacha muy lista-. Si te ha preguntado eso ha sido para saber si podías hospedarle sin perjuicio. Mejor dicho, si tu fortuna te permitía tener un huésped.
El campesino levantó las manos al cielo y entró en su casa riendo a mandíbula batiente.
-He traído a un amigo que está loco de remate -explicó a su mujer y a su hija, que habían salido a recibirle-. Fijaos cómo estará, que antes de aceptar mi hospitalidad me ha preguntado si los cimientos de mi casa son lo bastante sólidas.