Y así continuó hasta que el yogui se dio cuenta de que el espíritu aquel se estaba burlando de él y sin vacilar más, cortó el bambú por las raíces y llevándoselo, se hizo con él un violín, tan magnífico, que cuantos lo oían quedaban maravillados de su tono.
De cuando en cuando visitaba la
casa de los hermanos de la ahogada, quienes siempre que oían la
música de aquel violín no podían contener las lágrimas. El hermano mayor pidió varias veces al yogui que le vendiera el violín, ofreciéndole mantenerlo
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