Benet, avisado por un mago de que el diablo venía dispuesto a destruir su
castillo y su país, buscó con astucia una solución para evitar el desastre. Al fin la encontró: acumuló todos los zapatos viejos y destrozados que pudo conseguir de su
pueblo y vestido con harapos, como si de un pobre viajero se tratase, fue a la búsqueda del diablo.