Cuando la
primavera volvió, toda la ciudad se pobló de pájaros y
flores. Sin embargo, en el
jardín del
Gigante Egoísta seguía el
invierno. Como no había niños, los pájaros no cantaban, y los
árboles no florecían. Sólo una vez una lindísima
flor se asomó entre la hierba, pero apenas vio el
cartel, se sintió tan triste por los niños que volvió a meterse bajo tierra. Los únicos que allí se sentían a gusto eran la
Nieve y la Escarcha que, observando que la primavera se había olvidado de aquel jardín,
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