Vigilante de los Elfos
La princesa Juana vivía en su
castillo cercano a los bosques de Carterbaugh, pero el celo de su padre el rey la obligaba a sufrir una clausura más propia de monjas que de muchachas de su edad. Por eso, el día que halló unas
piedras derrumbadas en la vieja tapia que rodeaba el
huerto no se lo pensó dos veces, se arremangó las faldas y pasó por la oquedad hacia el horizonte verde poblado de
árboles que se extendía ante ella. Corrió durante más de media hora, sin atreverse a
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