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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Sobre la ermita, La Vía Láctea
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

-Sea pues este el lugar, el bosque de Glyn Cuch, pero escuchad, durante este tiempo vos seréis Arawn y yo seré vos, vos gobernaréis mis tierras y mis gentes en Annwn y yo lo haré bajo vuestra misma apariencia en vuestro reino, Dyfed. Nadie sospechará nada, pues la figura de Arawn será la vuestra, y la de Pwyll será la mía. Ese es el trato.
Ahora, cabalguemos hacia nuestros nuevos destinos, y volveremos a vernos cumplido un año.
-De nobles es ofrecer antes de pedir, mi señor. Nunca rechacé un lance, y no lo haré al término de un año, que sea aquí donde nos reunamos.
-Puesto que aceptáis antes de escuchar, sabed que vuestra lanza deberá erguirse en vuestro brazo al término de un año. Sois el elegido para batiros en duelo contra mi enemigo, el caballero Havgan, que se ha apropiado de buena parte de mis tierras.
-Sea, mi señor Arawn. Decídme que queréis de mí.
-Mi nombre es Arawn, rey de Annwn, y no esperaba menos de vos. El Hado ha querido reunirnos aquí y ahora y vuestro compromiso es bienvenido y aceptado.
-Lo siento de veras, señor, y si en mí está el arreglarlo, os ofrezco cuanto soy y tengo en reparación de tal afrenta, mi señor. Más decidme, ¿cuál es vuestra gracia?
-Pues hicisteis mal al no seguir vuestro primer impulso: la pieza se ha perdido.
-Siento haberos defraudado, señor, pero pensé que era ajeno...
-Esperaba más de vos, Pwyll. Confiaba en contar con vuestros brazos en esta cacería...
Entre las brumas que de repente parecían trepar por los troncos apareció un hombre montado a caballo, al paso. Por la boca, el animal humeaba aliento caliente. Bajo un yelmo de brillante plata, el extraño habló:
Cabalgaba por un bosque cerrado y oscuro, a la caza del ciervo, un caballero llamado Pwyll, señor de las tierras de Dyfed. Habíase quedado sólo, y hasta la vista de sus propios perros había perdido entre tanta espesura. Por eso se extrañó y su caballo se removió inquieto cuando vio aparecer entre los árboles un ciervo a la carrera, perseguido de cerca por una manada pequeña de perros que no eran los suyos, ladrando y aullando enloquecidos. Su primer impulso fue seguirlos, pero enseguida se dio cuenta ... (ver texto completo)
La leyenda del rey Pwyll

Mabinogi se denominaba cada una de las leyendas galesas que todo juglar debía aprender. Una de estas reliquias de la memoria mitológica era la historia del rey Pwyll, parte de la cual cuento aquí en una adaptación libre y personal, para que forme parte del cada vez más rico acervo de ELFOS: