Pero claro, los dos niños no entendían de normas y continuaron su caminata alejándose cada vez más del castillo.
• ¡Oh, he de ir al castillo a ponerme unas botas!, les dijo el sirviente. Antes de marchar les indicó a los príncipes que no se moviesen de ese lugar hasta que el volviese.
Un día los dos niños dijeron a su sirviente que querían dar un paseo por el bosque. Después de un rato de paseo llegaron a un lago y el sirviente, un poco despistado, se mojó sus zapatillas de seda.
En el mismo bosque donde vivía Pomperiposa vivía también un rey que tenía dos hijos: un príncipe llamado Pepe y una princesa llamada Pepa.
Nadie se atrevía en el bosque a acercarse a su vivienda porque la bruja era muy mala. Si alguien se atrevía le convertía en un objeto. Su única pena es que cada vez que encantaba a alguien su nariz crecía un poco más.
Vivía sola en una casita en medio del bosque. Su casita estaba hecha de chorizos, jamones y en vez de ladrillos había bombones.
Tenía dos ojos rojos y pequeños y una boca grande con sólo tres dientes. En las manos tenía muchas verrugas y en la espalda una gran joroba. Le gustaba mucho masticar tabaco.
¿Os podéis imaginar como era?.
EL CUENTO DE POMPERIPOSA Y SU GRAN NARIZ (SUECIA)
Había una vez, hace muchísimos años, una bruja muy vieja que se llamaba Pomperiposa. No es un nombre muy bonito, pero a pesar de todo, es más bello que ella misma.