“ ¡Vuelvan al trabajo! No hay tiempo para descansar”, gruñía el capataz.
Todos los demás esclavos pararon para mirarlo. Tambaleante, Sarah se incorporó con su niño en la espalda y comenzó a recoger de nuevo. Pero se cayó otra vez. El capataz le lanzó un latigazo, y Sarah se levantó por segunda vez. De entre las hileras de algodón surgió un anciano que se acercó a Sarah. Miró a ambos lados y luego le dijo algo al oído. Sarah miró en ambos sentidos y pasó el mensaje. El murmullo pasaba de esclavo ... (ver texto completo)
Todos los demás esclavos pararon para mirarlo. Tambaleante, Sarah se incorporó con su niño en la espalda y comenzó a recoger de nuevo. Pero se cayó otra vez. El capataz le lanzó un latigazo, y Sarah se levantó por segunda vez. De entre las hileras de algodón surgió un anciano que se acercó a Sarah. Miró a ambos lados y luego le dijo algo al oído. Sarah miró en ambos sentidos y pasó el mensaje. El murmullo pasaba de esclavo ... (ver texto completo)