Entonces, toman los cuerpos sin vida y los llevan suavemente hasta el Caleuche, el buque fantasma habitado por los hombres que nunca abandonarán el mar.
Pero a veces, hasta ellos tres llegan tarde.
Acompañada de sus dos hermanos, la Sirena y el Pincoy, se aseguran de que los náufragos regresen a sus hogares con vida.
Cuando alguien naufraga, lo rescata la Pincoya.
Cuando hay problemas lejos de la costa, la que ayuda a encontrar el rumbo es la Pincoya.
Cuando una barca de pescadores es atrapada en una tormenta, la que apacigua los ánimos es la Pincoya.
Es un espíritu benigno.
Desde entonces, la Pincoya habita el mar, con su apariencia adolescente y bonita.
Era una adolescente de cabellos dorados, con el mismo encanto de un bebé estrenando el mundo.
Ahí estaba la Pincoya, su hija. El mar la había hecho crecer de golpe.