Mas donde gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia Roma, llegando a tener dedicadas más de diez
iglesias. El papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en el Esquilino, que posteriormente se convirtió en abadía.
San Félix IV, hacía el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres
edificios antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo civil a ellos anejo, situados en la
vía Sacra, en el
Foro, dedicándoselo a los dos médicos anárgiros.-