Amor, cuidados y comprensión no siempre bastan para que el perro, tras una vejez tranquila, tenga un final digno y rápido. Desgraciadamente, en muchas ocasiones, el animal queda ciego, es aquejado por fuertes dolores o sufre al verse inválido. En este caso, aunque nos cueste un gran esfuerzo, hemos de acudir al veterinario, que será, a la
postre, quien puede decidir si ha llegado el momento de dispensar un tránsito rápido e indoloro al compañero de tantos ratos.