El canciller de Lituania,
León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia, acusaban a
San Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al
santo acusándole de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer el reino al peligro de una invasión de los cosacos, de sembrar la discordia entre el
pueblo, de haber
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