¿Por qué a mí?
Existen factores de riesgo; por ejemplo, las mujeres tienen más probabilidades porque el embarazo, el parto, la menopausia y su propia anatomía las hace más proclives a la incontinencia. También la edad conduce a que los músculos de la vejiga y la uretra se deterioren. Los antecedentes familiares pesan sobre el número de afectados, y algunas enfermedades y el sobrepeso se asocian con una mayor prevalencia.
Las causas de la incontinencia pueden ser muchas: neurológicas, musculares, nerviosas, por diabetes, tras un largo reposo en cama, por obesidad, por un prolapso pélvico... Si es algo pasajero, también puede deberse a infecciones urinarias o vaginales, a un fuerte estreñimiento o a determinados medicamentos (diuréticos, antihistamínicos, antidepresivos...). Pero cuando la falta de control persiste, la causa puede estar en la debilidad de los músculos de la vejiga, daño en los nervios que la controlan y también, en el caso de los hombres, en una próstata agrandada. En las personas de mucha edad, la incontinencia suele estar asociada al deterioro cognitivo.
El urólogo o, en el caso de las mujeres, el ginecólogo hará un examen físico, realizará un historial completo y, con algunas otras pruebas complementarias, como análisis de orina y sangre, registro y estudio del vaciado de vejiga, etc., podrá determinar la causa y decidir el tratamiento.
Los expertos de TK Home Solutions nos muestran algunos métodos para tratar de acabar con la incontinencia
Ejercicios de Kegel
Lo más simple y efectivo para solucionar la incontinencia causada por debilitamiento de la musculatura pélvica es reforzarla; en concreto, practicar los conocidos ejercicios de Kegel. Lo primero es identificar los músculos del suelo pélvico conteniendo la orina cuando esté en curso. Se nota que los músculos de la vagina (en las mujeres), la vejiga y el ano se tensan y se desplazan hacia arriba, mientras los glúteos y el abdomen permanecen relajados.
Una vez localizados, con la vejiga vacía, hay que tumbarse bocarriba con las piernas dobladas y separadas, y apretar esos músculos contando despacio hasta cinco para, a continuación, relajarlos por el mismo intervalo de tiempo. Hacer 10 repeticiones y practicar tres veces al día.
Lo normal es que después de 4 o 6 semanas se note mejoría, aunque a veces se tarda más. No hay que aumentar la frecuencia de hacer estos ejercicios ni cortar la micción cuando se esté orinando, pero sí es probable que sea necesario incorporar los ejercicios de Kegel como una rutina de por vida, tanto en hombres como en mujeres.
Entrenamiento conductual
Algunas terapias para programar las visitas al baño funcionan. Por ejemplo, se pone la alarma del móvil para hacer pis cada hora con el fin de ayudar al control para luego ir alargando los intervalos poco a poco. O se procura retrasar la micción cuando se tienen ganas: al principio solo 10 minutos, después se va prolongando hasta poder aguantar dos horas. Otra práctica, dependiendo del caso, es orinar dos veces seguidas: terminar, esperar unos minutos y volverlo a intentar. El médico o el terapeuta podrán orientar en estas prácticas.
Medicación
Ciertos fármacos tomados por vía oral o de uso tópico en las mujeres funcionan, dependiendo de qué esté causando la incontinencia. Van bien para solucionar una vejiga hiperactiva y la incontinencia por urgencia o por rebosamiento.
Dispositivos médicos
Existen pesarios y oclusores para mujeres con el fin de evitar los escapes. También hay algunos catéteres tipo preservativo y pinzas uretrales para hombres. El especialista determinará si son oportunos.
Estimulación eléctrica
Este procedimiento de biorretroalimentación o biofeedback consiste en una estimulación eléctrica suave de los nervios vesicales. Se introducen unos electrodos en la vagina, en el caso de mujeres, o en el recto, si el afectado es hombre, y mediante descargas de electricidad se reeducan los reflejos de la vejiga.
Inyecciones de bótox
En algunos casos, la incontinencia imperiosa puede tratarse con una inyección de bótox que se administra mediante una sonda.
Cirugía
Cuando la incontinencia resulta limitante, tal vez sea posible recurrir a la cirugía con muy buenos resultados, por ejemplo, ante un prolapso pélvico o una próstata agrandada.
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