Crítica
El primer implante coclear se instaló el 25 de febrero de 1957; por este motivo se celebra cada 25 de febrero el Día Internacional del Implante Coclear.
El implante coclear es un sistema seguro y eficaz contra la mayoría de las sorderas profundas bilaterales neurosensoriales y cumple todas las normas de la FDA norteamericana y de la UE. El grado de satisfacción con los resultados tras el implante coclear está muy influenciado por las expectativas creadas a priori; por eso es muy importante que estas se acoten adecuadamente. Como sucede con el uso de audífonos, el resultado del implante coclear es diferente en cada persona. La incidencia de la rehabilitación, la familia y el ánimo del implantado influyen decisivamente en la evolución final del paciente.
El implante ha recibido fuertes críticas provenientes de una parte significativa del colectivo de personas sordas, aquellas que utilizan una lengua de signos para comunicarse. De hecho, existe un mínimo riesgo de que se pueda provocar una parálisis facial parcial en la intervención quirúrgica, ya que se opera cerca del nervio facial, aunque un otólogo competente no debería tener problema alguno.
La precocidad en la implantación es un factor esencial en su resultado. La edad idónea en niños sordos de nacimiento es inferior a los tres años.
Por otro lado, cabe señalar que menos del 5% de las personas implantadas sufren complicaciones después de la cirugía. Además, las personas sordas son conscientes de que el desarrollo de los implantados es menos traumático que el de las personas con los audífonos años atrás. Por este motivo, están cambiando de opinión respecto a este tipo de tecnología. Llegados a este punto, es importante hacer mención a la lengua de signos, pues su combinación con la lengua oral (bilingüismo) favorece el desarrollo conceptual de los niños implantados, que hacen grandes progresos con menos esfuerzo con respecto a hace algunos años. Además, se considera que el desarrollo personal de un niño sordo implantado en un medio oralista acarrea los mismos problemas que el de cualquier niño sordo sin implante en la misma situación, y que la solución es el uso de una lengua de señas como lenguaje habitual, junto con el aprendizaje de la lengua oral.
Por último, algunas personas sordas critican que los audífonos no reciben las mismas subvenciones estatales que los implantes cocleares en algunos países (en algunos casos, totalmente gratis, como en España a través de la Seguridad Social),[{en Colombia es cubierto al 100% por el ministerio de salud después de ser evaluado y aceptado por la EPS, el equipo externo es actualizado por la EPS cada cinco años}], sobre todo teniendo en cuenta que no precisan de una operación quirúrgica, con lo cual se evitan los posibles efectos secundarios que cualquier intervención de estas características conlleva.
A finales de 2019 había en España más de 17.500 implantados, el 40 % de los cuales eran niños en el momento de la implantación.
No se debe olvidar que un implante coclear, igual que un audífono, es solamente una ayuda protésica, y que lo único que hace es acelerar la reeducación oral de las personas sordas prelocutivas, principalmente niños. El desarrollo de estos depende también del sistema educativo que decidan los padres, pues el sistema bilingüe lengua de signos-lengua oral, que ya se desarrolla en algunos lugares de España basándose en los resultados obtenidos en otros países europeos, demuestran que el progreso de los niños es significativo.
En el pasado, la comunidad de sordos (Cultura Sorda) rechazaba el implante, pues consideraba erróneamente que la generalización del dispositivo, además de ciertos inconvenientes, implicaba el riesgo de que dicha comunidad desapareciese. Actualmente se está demostrando que el uso conjunto de implante y lengua de signos/señas es la mejor opción para un desarrollo integral del niño/a sordo/a con un implante recibido tardíamente. Sin embargo, cabe destacar que la inmensa mayoría de los niños con implantes recibidos en edades tempranas (antes de tres años) desarrolla una capacidad auditiva y una comprensión plenas sin ayuda de la lengua de signos, adquiriendo habilidades de comunicación prácticamente comparables a las de un normoyente.
Algunos creen que la contraindicación médica del implante coclear a un niño sordo que convive con padres sordos carece de criterio, ya que se basa en la idea de que, al no usarse la lengua oral entre padres e hijos, estos no podrán adquirirla de ninguna manera. Esta forma de actuar puede llevar al niño a tener la falsa percepción de que su sordera es más una diferencia sociocultural que una discapacidad.
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