Llevado nuestro
santo al más alto tribunal de la ciudad, uno de los fiscales le dijo: "Que el
pueblo ignorante se deje matar por proclamar su fe, lo comprendemos. Pero Tú, el más sabio y apreciado de todos los cristianos de la ciudad, no debes ir así a la muerte. Te aconsejo que te retractes de tu religión, y así salvarás tu vida". A lo cual Eulogio respondió: "Ah, si supieses los inmensos
premios que nos esperan a los que proclamamos nuestra fe en
Cristo, no sólo no me dirías que debo dejar mi religión,
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