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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Poleo montano. Teucrium polium
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Sepultura y culto

Se encuentra documentada la forma en que se desarrolló prontamente el culto a Pablo en Roma y cómo se expandió posteriormente por distintas localidades europeas y norteafricanas.​

Entre las fuentes más antiguas que vinculan la muerte de Pablo con Roma se encuentran el testimonio de su sepultura en la vía Ostiensis por parte del presbítero Caius a fines del siglo ii o principios del siglo III, y un calendario litúrgico del siglo IV sobre el entierro de los mártires.

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Arresto y muerte de Pablo

La última etapa de la vida de Pablo, que abarca desde su apresamiento en Jerusalén hasta su presencia en Roma, tiene como fuente fundamental el relato de Hechos de los Apóstoles 21, 27 - 28, 31, aunque el autor de Hechos no trata el deceso del Apóstol. Si bien autores cualificados de diversas extracciones reconocen que el relato no responde a criterios estrictos de historicidad al detalle,​​​ sin embargo también se considera que el relato atesora varias noticias históricas ... (ver texto completo)
Tercer viaje

Véase también: La mujer en las epístolas de Pablo de Tarso

El tercer viaje de Pablo de Tarso fue sin dudas complejo, y enmarcó su misión más sufrida, por varias razones. Esta etapa incluyó la experiencia de una muy fuerte oposición (en su propio decir, «fieras» y «muchos adversarios»​) y de tribulaciones (con probable prisión) que llegaron a «abrumar» al Apóstol,​ además de verse jalonada por las crisis que sacudieron las comunidades de Galacia y de Corinto y que motivaron la intervención de Pablo y de su equipo, por medio de sendas epístolas suyas y de visitas personales. Sin embargo, a la postre fue una de las misiones más fecundas. Tradicionalmente esta etapa se data de los años 54 a 57, en tanto que las posturas revisionistas tienden a ubicarla entre los años 51 y 54. En esa etapa de su vida, Pablo escribió buena parte de su obra epistolar.

Desde Antioquía, Pablo pasó por el norte de Galacia y Frigia «para confirmar a todos los discípulos» que había allí, y siguió hasta Éfeso, capital de Asia Menor,​ donde fijó su nueva sede de misión,​ y desde donde evangelizó toda el área de influencia acompañado por el equipo que dirigía.​​

Primero se dirigió a los judíos en la sinagoga pero, como luego de tres meses seguían manifestándose incrédulos, comenzó a impartir sus enseñanzas en la «escuela de Tirano». No se dispone de más información sobre esta «escuela». Sin embargo, esta breve noticia se considera verídica, aun por parte de quienes asumen una actitud de desconfianza ante el libro de los Hechos de los Apóstoles (por ejemplo Helmut Köester, discípulo de Bultmann, Bornkamm y Käsemann).​ Algunos conjeturan que se trataría de una escuela de retórica que alquilaba el local a Pablo en las horas libres.​ El texto occidental (códice de Beza) indica que Pablo enseñaba allí desde las 11 de la mañana hasta las 4 de la tarde («desde la hora quinta hasta la décima»). Si esta noticia es cierta, podría tratarse de una forma temprana de catequesis, efectuada de modo regular. Pero según Vidal, es posible que la enseñanza diaria de Pablo en «la escuela de Tirano» apuntara a una especie de escuela teológica paulina en esa ciudad, lugar de estudio de temas relacionados con la interpretación de la Escritura.​

Poco después de llegar a Éfeso, Pablo habría escrito su carta a las iglesias de Galacia, motivada por las pretensiones de unos misioneros judaizantes opositores del Apóstol, que exigían la circuncisión a los cristianos gálatas de origen gentil.​ Tanto la carta, un manifiesto de la libertad cristiana para oponerse a la tentativa de judaización de aquellas Iglesias, como su portador Tito, tuvieron éxito al lograr la conservación de la identidad paulina de las comunidades de Galacia.

También en esta etapa llegaron a oídos de Pablo noticias sobre graves problemas surgidos en la Iglesia de Corinto: formación de facciones dentro de la comunidad, animadversión contra el propio Pablo, escándalos, y problemas doctrinales diversos, de todo lo cual se tiene noticia únicamente por sus cartas.​ Pablo les escribió por lo menos cuatro epístolas (según Vidal García, op. cit., hasta seis). De ellas se conservaron hasta hoy las dos conocidas, probables resultantes de la fusión por parte de un recopilador, quizá a fines del siglo I, de los originales fragmentados de cuatro.​ Las primeras dos cartas, hoy probablemente fusionadas en la que conocemos como Primera epístola a los corintios, constituyeron serias advertencias a esa comunidad contra las dramáticas divisiones dentro de ella,​ al igual que contra algunos casos escandalosos, como el de la unión conyugal incestuosa,​ y la práctica de la prostitución.​ Los problemas con esta comunidad continuaron, fomentados por unos misioneros enfrentados con el equipo paulino. Esto dio ocasión a la tercera carta, representada hoy por el fragmento de 2 Corintios 2, 14 - 7, 4.​ Entre la tercera y la cuarta carta, Pablo se dirigió a Corinto en la que constituyó una visita dolorosa: se encontró con una Iglesia levantada contra él, que incluso lo agravió públicamente.​ A su vuelta a Éfeso, Pablo escribió la cuarta carta a la comunidad corintia (2 Corintios 10, 1-13, 13), conocida como la Carta de las lágrimas.​​ No se trataba solo de un mensaje apologético de defensa frente a sus adversarios, sino que estaba cargado de emotividad.

Se considera segura la estadía de Pablo en Éfeso durante 2 o 3 años.​ Entre los sucesos narrados por los Hechos se cuentan el enfrentamiento de Pablo con los siete hijos exorcistas de un sacerdote judío y la llamada «revuelta de los plateros», una sublevación hostil provocada por un tal Demetrio y secundada por otros orfebres consagrados a la diosa Artemisa. La prédica de Pablo habría irritado a Demetrio, quien fabricaba pequeños santuarios de plata copiando el de Artemis de Éfeso, con no pocas ganancias para él.

«Compañeros, vosotros sabéis que a esta industria debemos el bienestar; pero estáis viendo y oyendo decir que no solamente en Éfeso, sino en casi toda el Asia, ese Pablo persuade y aparta a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se fabrican con las manos. Y esto no solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su grandeza aquella a quien adora toda el Asia y toda la tierra».

Palabras de Demetrio, según los Hechos de los Apóstoles 19, 25-27

El tono del relato de los Hechos y el cuadro que describe es diferente del de las epístolas paulinas, por lo cual algunos estudiosos no están seguros de su historicidad. 168​ En cambio otros, aun señalando la ausencia de estas noticias en los escritos de Pablo, encuentran en sus cartas posibles alusiones a la tumultuosa estancia del Apóstol en Éfeso.​ Las dificultades que Pablo habría padecido en Éfeso sugieren que el Apóstol podría haber sufrido prisión allí. Esta posibilidad es importante no solo como hecho biográfico, sino además a la hora de datar el tiempo y lugar en que Pablo escribió su Epístola a los filipenses y la Epístola a Filemón, cuyas redacciones en el decir del propio Apóstol tuvieron lugar mientras estaba prisionero (Filipenses 1, 12-14; Filemón 1, 8-13).​​

No se puede aseverar si, luego de su estancia en Éfeso, Pablo marchó inmediatamente a Corinto o pasó de Macedonia al Ilírico, por vez primera, para girar una breve visita de evangelización.​ En cualquier caso, Pablo llegó a Corinto, en la que probablemente sería su tercera visita a aquella ciudad. Permaneció tres meses en Acaya.

En aquella época Pablo escribió la que, según la mayoría de los especialistas, fue la última carta de su autoría que se conserva: la Epístola a los romanos, datada de los años 55 a 58.​ Esta carta es el testimonio más antiguo de la existencia de la comunidad cristiana de Roma, y su nivel de importancia es tal que Bornkamm llega a referirse a ella como «el testamento de Pablo».​ Pablo señala entonces su proyecto de visitar Roma,​ y desde allí marchar a Hispania y el Occidente.

Entretanto, Pablo venía pensando en regresar a Jerusalén. En ese tiempo procuró que sus iglesias gentiles realizaran una colecta para los pobres de Jerusalén.​​ Cuando ya había decidido embarcarse en Corinto con rumbo a Siria, algunos judíos tramaron contra él una conjura y Pablo resolvió regresar por tierra, a través de Macedonia.​ Acompañado por algunos discípulos de Berea, Tesalónica, Derbe y Éfeso, Pablo se embarcó en Filipos hacia Tróade,​ pasando luego por Aso y Mitilene. Bordeando la costa de Asia Menor, navegó desde la isla de Quíos a la isla de Samos y luego a Mileto, donde pronunció un importante discurso a los ancianos de la Iglesia de Éfeso convocados allí.​ Luego navegó hasta la isla de Cos, Rodas, Patara de Licia y Tiro de Fenicia,​ Tolemaida y Cesarea Marítima.​ Por tierra llegó a Jerusalén, donde habría logrado entregar la colecta que tan arduamente había reunido.​

Se sabe por la Epístola a los romanos 15 que Pablo veía con cierta preocupación su retorno a Jerusalén, tanto por la posibilidad de ser perseguido por los judíos como por la reacción que pudiera tener la comunidad de Jerusalén hacia su persona y hacia la colecta realizada por las comunidades que él había fundado. Llamativamente, los Hechos de los Apóstoles no comentan la entrega de la colecta, lo que podría ser indicio de un final conflictivo en el cual Pablo no alcanzó a disolver los recelos que aún perduraban en la comunidad de Jerusalén respecto de su predicación. ... (ver texto completo)
Controversia en Antioquía

Artículo principal: Incidente de Antioquía

Tras el concilio de Jerusalén, Pablo y Bernabé retornaron a Antioquía donde tendría lugar una disputa de importancia. Según Gálatas 2, 12-14, habiendo Simón Pedro comido con los gentiles, abandonó esta práctica ante la llegada de hombres de Santiago que presentaron objeciones a esa praxis.​

Pablo reconocía la posición de Pedro, a quien consideraba uno de los pilares de la Iglesia de Jerusalén,​ pero se sintió obligado a ... (ver texto completo)
Segundo viaje

En el segundo viaje misionero Pablo se hizo acompañar por Silas. Partieron de Antioquía y, atravesando las tierras de Siria y Cilicia, alcanzaron Derbe y Listra, ciudades del sur de Galacia. En Listra se les unió Timoteo (Hechos 16, 1-3).​ Luego, a través de Frigia, se encaminó hacia el norte de Galacia, donde fundó nuevas comunidades. Por la Epístola a los gálatas se sabe que Pablo enfermó mientras atravesaba Galacia y que, durante esa estadía no planificada, gracias a su predicación surgieron allí las comunidades gálatas. No pudiendo proseguir hacia Bitinia, partió de Galacia hacia Misia y Tróade, donde se presume se le unió Lucas.​

Decidió ir a Europa, y en Macedonia fundó la primera Iglesia cristiana europea: la comunidad de Filipos.​ Después de sufrir azotes con varas y prisión a manos de pretores romanos en Filipos,​ Pablo pasó a Tesalónica,​ donde tuvo una corta estadía destinada a la evangelización, matizada por sus controversias con los judíos.

La hostilidad de Tesalónica parece haber torcido la idea inicial de Pablo que, según los autores, sería la de dirigirse a Roma, capital del Imperio. Así lo indicaría el hecho de que Pablo transitó la reconocida Vía Egnatia hasta que, luego de Tesalónica, cambió el rumbo para adentrarse más en Grecia.​​ En efecto, la estancia en Tesalónica finalizó con la huida de Pablo a Berea,​ y su posterior viaje a Atenas, donde intentó infructuosamente atrapar la atención de los atenienses, famosos por su avidez de novedades, con un discurso en el Areópago sobre el evangelio de Jesús resucitado.​ De allí se dirigió a Corinto, donde permaneció durante un año y medio, acogido por Aquila y Priscila, un matrimonio judeocristiano que había sido expulsado de Roma debido al edicto del emperador Claudio,​ y que se convertirían en amigos entrañables de Pablo.​ Durante su estadía en Éfeso, Pablo fue conducido ante el tribunal de Galión, procónsul de Acaya.​ Se trata de Lucio Junio Anneo Galión, hermano mayor del filósofo Séneca, cuyo mandato se menciona en la llamada inscripción de Delfos, una evidencia epigráfica que originalmente se hallaba en el templo de Apolo, descubierta en Delfos (Grecia) en el año 1905.​ Desde el punto de vista histórico, esta prueba es considerada clave y segura,​ y permite datar de los años 50 a 51 la presencia de Pablo en Corinto.​ En el año 51, Pablo redactó la Primera epístola a los tesalonicenses, el documento más antiguo del Nuevo Testamento. Al año siguiente volvió a Antioquía. ... (ver texto completo)
Concilio de Jerusalén

Artículo principal: Concilio de Jerusalén

Después de la primera misión paulina y durante la breve estadía del Apóstol en Antioquía, arribaron algunos judaizantes,​ cuya prédica señalaba la necesidad de la circuncisión para salvarse,​ por lo que desencadenaron un conflicto no menor con Pablo y Bernabé. La Iglesia de Antioquía envió a Pablo, Bernabé y algunos otros (entre ellos Tito, según Gálatas 2, 1) a Jerusalén para consultar a los apóstoles y ancianos.​ Según las palabras ... (ver texto completo)
Primer viaje

Enviados por la Iglesia antioquena, Bernabé y Pablo partieron en el primer viaje misional (Hechos 13-14), acompañados por Juan Marcos, primo de Bernabé que oficiaba de auxiliar. Del relato surge que Bernabé habría dirigido la misión en sus inicios.​ Zarparon de Seleucia, puerto de Antioquía ubicado a 25 km de la ciudad, hacia la isla de Chipre, patria de Bernabé. ​Atravesaron la isla desde Salamina en la costa oriental de Chipre, hasta Pafos en la costa occidental.

En Pafos, Pablo ... (ver texto completo)
Magnitud de los viajes

Pablo hacía generalmente sus viajes a pie (2 Corintios 11, 26).​​ El esfuerzo realizado por Pablo de Tarso en sus viajes es digno de mención. Si se cuenta únicamente el número de kilómetros de los tres viajes por Asia Menor, se puede dar el siguiente resultado, según Josef Holzner:​

● Primer viaje: desde Atalia, el puerto a donde llegó desde Chipre, hasta Derbe, ida y vuelta, 1.000 km.

● Segundo viaje: desde Tarso hasta Tróade, 1.400 km. Si se tiene en cuenta el desplazamiento ... (ver texto completo)
Viajes misioneros

Artículo principal: Viajes misioneros de Pablo

A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros de Pablo, que el revisionismo moderno interpreta se iniciaron con anterioridad, después del año 37. Los tres viajes son en realidad una clasificación con fines didácticos
Su ministerio temprano

Pablo de Tarso comenzó su ministerio en Damasco y Arabia,​ nombre con el cual se hacía referencia al reino nabateo.​​ Fue perseguido por el etnarca Aretas IV, hecho que se suele datar de los años 38-39,115​ o quizás de antes del año 36.​

Pablo huyó a Jerusalén donde, según la Epístola a los gálatas (1, 18-19), visitó y conversó con Pedro y con Santiago. Según los Hechos (9, 26-28), fue Bernabé quien lo llevó ante los apóstoles. Podría interpretarse que fue entonces cuando le transmitieron a Pablo lo que más tarde mencionó en sus cartas haber recibido por tradición sobre Jesús.​ La estancia en Jerusalén fue breve: se habría visto obligado a huir de Jerusalén para escapar de los judíos de habla griega. Fue conducido a Cesarea Marítima y enviado a refugiarse en Tarso de Cilicia.

Bernabé acudió a Tarso y fue con Pablo a Antioquía, donde surgió por primera vez la denominación de «cristianos» para los discípulos de Jesús. Pablo habría pasado un año evangelizando allí, antes de ser enviado a Jerusalén con ayuda para aquellos que sufrían hambruna.​ Antioquía se convertiría en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo. ... (ver texto completo)
La conversión
Véase también: Conversión de San Pablo

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, después del martirio de Esteban Saulo Pablo se dirigió a Damasco, hecho que los biblistas tienden a situar en el término del año subsiguiente a la lapidación de Esteban, según se comenta en la sección anterior (ver además el análisis de V. M. Fernández y bibliografía allí citada).

Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, ... (ver texto completo)
La primera persecución

Según los Hechos de los Apóstoles, el primer contacto fidedigno con los seguidores de Jesús lo tuvo en Jerusalén, con el grupo judío-helenístico de Esteban y sus compañeros.​ Saulo Pablo aprobó la lapidación de Esteban el protomártir, ejecución datada de la primera mitad de la década del año 30.

En su análisis, Vidal García limita la participación de Saulo Pablo en el martirio de Esteban al señalar que la noticia sobre la presencia de Pablo en esa lapidación no pertenecería a la tradición original utilizada por Hechos.​ Bornkamm argumenta sobre la dificultad de suponer que Pablo haya estado siquiera presente en la lapidación de Esteban.

Con todo, otros autores (por ejemplo, Brown, Fitzmyer, Penna, Murphy O'Connor, etc.) no encuentran razones suficientes para dudar sobre la presencia de Pablo en el martirio de Esteban. Siempre según los Hechos, los testigos de la ejecución de Esteban pusieron sus vestidos a los pies del «joven Saulo» (Hechos 7, 58).​ Martin Hengel considera que Pablo podría tener en aquellos momentos unos 25 años.​

El capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles muestra en los primeros versículos un cuadro panorámico de la primera persecución cristiana en Jerusalén, en el que Saulo Pablo se presenta como el alma de esa persecución. Sin respetar ni a las mujeres, llevaba a los cristianos a la cárcel.

Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.

Hechos de los Apóstoles 8, 1-3

No se habla de matanzas pero, en un discurso posterior en el templo (Hechos 22, 19-21), Pablo señaló que anteriormente había andado por las sinagogas encarcelando y azotando a los que creían en Jesús de Nazaret. En Hechos 9,1 se indica que las intenciones y propósitos de Saulo eran amedrentar de muerte a los fieles. Y en Hechos 22, 4 se coloca en boca de Pablo su persecución «hasta la muerte», encadenando y encarcelando a hombres y mujeres.

Vidal García y Bornkamm manifiestan su desconfianza respecto de los alcances reales de esa persecución, tanto desde el punto de vista de su extensión geográfica cuanto de su grado de violencia.​​ Barbaglio señala que los Hechos hacen aparecer a Pablo, «no como el perseguidor sino como la persecución personificada», por lo que no se los puede considerar una crónica neutra.​ Sanders sostiene que esa persecución se debió al celo de Saulo Pablo, y no a su condición de fariseo.​ Más allá de los alcances precisos de su carácter persecutorio, se podría resumir —en palabras de Gerd Theissen— que la vida del Pablo precristiano se caracterizó por «el orgullo y el celo ostentoso por la Ley». ... (ver texto completo)
Saulo Pablo, perseguidor

Conocimiento de Jesús de Nazaret

Cabe plantearse si, habiendo estado Saulo Pablo en Jerusalén «a los pies de Gamaliel», conoció personalmente a Jesús de Nazaret durante su ministerio o al momento de su muerte. Las posiciones de los estudiosos son diversas, pero en general se presume que no fue así, ya que no hay mención de ello en sus epístolas. Resulta razonable pensar que, si hubiera sucedido un encuentro semejante, Pablo lo habría consignado en algún momento por escrito.​​

Siendo este el caso, cabría también cuestionar la presencia permanente de Saulo Pablo en Jerusalén en sus años de adolescencia o juventud.​ A partir de Hechos 26, 4-5, Raymond E. Brown sugiere que Saulo Pablo era fariseo desde su juventud. Dado que resultaría infrecuente la presencia de maestros fariseos fuera de Palestina y que, además del griego, Pablo conocía el hebreo, el arameo o ambos, la suma de toda esa información da pie a pensar que al iniciarse la década del año 30, Saulo Pablo se trasladó a Jerusalén con el fin de estudiar más profundamente la Torá. ... (ver texto completo)
Estado civil

Un tema discutido en la investigación del «Pablo histórico» es su estado civil, del cual no existe constancia clara. Los textos de 1 Corintios 7, 8 y 1 Corintios 9, 5 sugieren que, cuando escribió esa carta en la primera mitad de la década del año 50, no estaba casado, pero eso no aclara si nunca se había casado, si se había divorciado o si había enviudado.​

En general, los investigadores suelen optar por dos posiciones mayoritarias:

que habría permanecido célibe toda su vida sin que quede clara la razón precisa, que no sería necesariamente de índole religios​
que habría estado casado,​ y luego habría enviudado. Esta posición fue planteada por Joachim Jeremias,​ y encontró entre otros seguidores a J. M. Ford, E. Arens y, en nuestros días, a S. Légasse.​ Esta postura supone que Pablo estaba casado porque era preceptivo en el caso de los rabinos.​ Por lo tanto, cuando Pablo escribió en 1 Corintios 7, 8: «Digo a los solteros y a las viudas, 'bueno es que se queden como yo estoy'», podría ser clasificado entre los viudos (chérais), no entre los solteros (agamois); Pablo no se habría casado de nuevo (cf. 1 Corintios 9, 5). E. Fascher, que defendió el celibato perpetuo de Pablo, mostró objeciones a esta teoría.​

Romano Penna y Rinaldo Fabris señalan otra posición posible: que Pablo y su presunta mujer se hubiesen separado. Ese supuesto podría vincularse con el llamado privilegio paulino establecido por el Apóstol, lo cual consiste en el derecho que tiene a romper el vínculo matrimonial la parte cristiana cuando la otra parte es infiel y no se aviene a vivir con ella pacíficamente. ... (ver texto completo)
Fariseo

Que Pablo fuera fariseo es un dato que llegó a nosotros a partir del pasaje autobiográfico de la Epístola a los filipenses:

Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable.

Epístola a los filipenses 3, 5-6

Sin embargo, estos versículos forman parte de un fragmento de la carta que algunos autores consideran ... (ver texto completo)