Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando
flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en
camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la
puerta abierta, y al entrar a la
casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: