Muy pronto lo tuvo rodeado de un muro muy alto lleno de pinchos.
En la gran
puerta de hierro que daba entrada al
jardín el
gigante colgó un
cartel que decía “PROPIEDAD PRIVADA. Prohibido el paso”.. Todos los días los niños asomaban su rostro por entre las
rejas de la verja para contemplar el jardín que tanto echaban de menos.
Luego, tristes, se alejaban para ir a jugar a un
camino polvoriento. Cuando llegó el
invierno, la
nieve cubrió el suelo con una espesa capa blanca y la escarcha pintó de
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