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Los refranes, por el contrario, como los dichos, las locuciones, y los aforismos, son anónimos, son del pueblo, se diría que recogidos del arroyo, del estrato más bajo de la capa social, perdidos en el desván o caídos del arzón a algún desocupado caballero que no se dignó siquiera recogerlos. Peo ahí están, recorriendo ufanos el mundo de la conversación galana al estilo del Marqués de Santillana, en las cuidadas frases de al modo de Sancho Panza, en las reuniones elegantes, en las citas amorosas, ... (ver texto completo)
Los refranes, por el contrario, como los dichos, las locuciones, y los aforismos, son anónimos, son del pueblo, se diría que recogidos del arroyo, del estrato más bajo de la capa social, perdidos en el desván o caídos del arzón a algún desocupado caballero que no se dignó siquiera recogerlos. Peo ahí están, recorriendo ufanos el mundo de la conversación galana al estilo del Marqués de Santillana, en las cuidadas frases de al modo de Sancho Panza, en las reuniones elegantes, en las citas amorosas, ... (ver texto completo)
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El valor del refrán, en ele campo de la filosofía práctica y sentenciosa estriba en su calidad de conclusión, de colofón, de corolario, a un problema filosófico, o un tema de pensamiento, como si se dieran por sentdas las premisas o se las dedujese en la propia conversación. Y en esto es tan rico, tan sabroso, tan auténtico su sabor y su saber, que bien pudiera decirse que los refranes son a la filosofía, lo que los romances a la épica...
El valor del refrán, en ele campo de la filosofía práctica y sentenciosa estriba en su calidad de conclusión, de colofón, de corolario, a un problema filosófico, o un tema de pensamiento, como si se dieran por sentdas las premisas o se las dedujese en la propia conversación. Y en esto es tan rico, tan sabroso, tan auténtico su sabor y su saber, que bien pudiera decirse que los refranes son a la filosofía, lo que los romances a la épica...