Todos los días, volvía Heidi a las montañas con Pedro y sus cabras. Mas llegó el otoño y con él unos vientos muy fuertes que hacían que los abetos frente a la casita del abuelo suspiraran y gimiesen.
—Sopla ahora un viento demasiado fuerte para que puedas subir a la montaña —dijo un día abuelo Anselmo.
—Sopla ahora un viento demasiado fuerte para que puedas subir a la montaña —dijo un día abuelo Anselmo.