Siguieron adelante hasta que, a mitad de camino, llegaron al pueblecito de Dorfli. La joven se detuvo, y la niña se soltó de su mano y se sentó en el suelo.
— ¿Estás cansada, Heidi? —pregunte Adela.
—No, pero tengo mucho calor.
—No falta mucho para llegar a de abuelo Anselmo. Si caminas dando pasos largos, pronto estaremos allí.
En aquel momento, Berta, una joven mujer de aspecto agradable, salió corriendo de su casa
— ¿Estás cansada, Heidi? —pregunte Adela.
—No, pero tengo mucho calor.
—No falta mucho para llegar a de abuelo Anselmo. Si caminas dando pasos largos, pronto estaremos allí.
En aquel momento, Berta, una joven mujer de aspecto agradable, salió corriendo de su casa