Esta vista sí! Esta vista es ya conocida en la Ceca, la Meca, y la Vall d´Andorra! ¡Cómo te quiero Alconchel!
Si milagros, esta vista es conocida y preciosa ¡ay que suspiros se escapan mirando por aqui todas estas fotos
Esta vista sí! Esta vista es ya conocida en la Ceca, la Meca, y la Vall d´Andorra! ¡Cómo te quiero Alconchel!
Desde La Veguilla, buenos días Alconchel.
Buenos días alconcheleros y visitantes del foro. Hoy os saludo desde esta preciosa vista de nuestro querido pueblo, al que podamos ver, aunque sólo sea desde esta ventana, por muchos años. Besos para todos.
En Madrid, Carmena se marcha del Pleno que presidía y deja compuestos a los concurrentes; Colau, en Barcelona, sigue también haciendo estropicios....
2016-03-28
Ada, el sexo y los policías rotos
Pablo Planas
El pan desapareció inmediatamente y, aunque Inés golpeó la piedra del fogón suplicando a las hadas de las cuevas, éstas no se dignarona responder nunca más.
Sin embargo el undécimo año el pescador volvió de la taberna con uno de sus amigos y, como en casa no había otra cosa que ofrecer, partió la hogaza y le dio la mitad al huésped.
Inés y su familia comieron de aquel pan durante más de diez años, hasta que todos los hijos crecieron y fueron a recorrer mundo.
-Aquí tienes, pequeño, come cuanto quieras porque este pan no se acaba nunca y te durará toda la vida si lo compartes sólo con tus hermanos y padres. Y ahora adiós, ya que esta piedra no se levantará nunca más.
El niño obedeció y desde las profundidades de la tierra llegó un golpe seco, como si alguien hubiese abierto y cerrado la pesada puerta de una artesa. Luego la piedra se echó a un lado y aparecióla misma mano mágica de siempre sosteniendo una pequeña hagaza, mientras decía:
Así pues, llamó al más pequeño, le puso un martillo en la mano y le dijo que golpease la piedra del fogón, gritando:
- ¡Buena señora, tengo mucha hambre! ¿Podrías darme un trocito de pan?
A la mañana siguiente, Inés corrió al establo, untó las cuerdas e inmediatamente vio aparecer a su vaca y a su carnero, más gordos y lustrosos que nunca.
– Pero no me gustaría que las hadas me tormaran por una descarada- reflexionaba la mujer. Al final se le ocurrió que la petición sería mejor acogida si la hacía uno de sus hijos.
Esta vez sostenía un tarrito y la mujer se apresuró a agarrarlo, vencida por la curiosidad:
- ¿Puedes decirme para qué sirve, señora?
-Dentro hay una pomada hecha con cuerno de vaca y pelo de carnero. Extiéndela por las cuerdas que utilizabas para atar a los animales y te los devolverán.
- ¿Cómo te lo puedo agradecer, comadre?
-Oh, señora, si pudieras decirme dónde están la vaca y el carnero que me robaron mientras estaban pastando, me darías una gran alegría- dijo Inés, y la mano volvío a aparecer.
-Comadre, ¿tienes un poco de fuego? El nuestro se ha apagado.
-Claro que tengo- respondío Inés, y puso delante del agujero un trozo de madera que ardía sólo por una parte.
De la sombra salió una mano sin anillos que agarró la madera y desapareció. Luego la voz preguntó: