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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Cardos

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Tampoco es perdonar disculpar la conducta del otro. El perdón es una auténtica y voluntaria renuncia a la ira y al resentimiento. Y esto es necesario para que la buena relación interpersonal vuelva a florecer...
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Al FIN DE CUENTAS, con todo, el más importante principio del amor es este: ante tú y tu compañero o compañera compórtate en forma que favorezca tu autoestima y tu dignidad e integridad personales. Así, un vez que nos sintamos bien con nosotros mismos, poseeremos la confianza y la alegría personal necesarias para que el amor siga verdaderamente vivo.
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10ª Regla- El amor sabe perdonar.

En ocasiones, todas las parejas nos herimos o decepcionamos. Ocurre entonces una de estas dos cosas: o bien se perdona, o inevitablemente, poco a poco, acumulamos resentimiento, y eso no es nada bueno.
Para que el amor perdure, debemos ser capaces de perdonar. Reprimir simplemente nuestros sentimientos y emociones, o pretender ignorarlos, no es perdonar...
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Tampoco es perdonar disculpar la conducta del otro. El perdón es una auténtica y voluntaria renuncia a la ira y al resentimiento. Y esto es necesario para que la buena relación interpersonal vuelva a florecer...
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La costumbre de dar es contagiosa. Fomenta la reciprocidad. Pero, ¡cuidado!: no dé para recibir, pues eso no es amor. Tampoco se debe dar interminablemente a un cónyuge que se aprovecha de los sentimientos del otro. Los matrimonios más realizados son aquellos en que ambos cónyuges dan el ciento por ciento... ¡y reciben, a cambio, el ciento por ciento!...
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10ª Regla- El amor sabe perdonar.

En ocasiones, todas las parejas nos herimos o decepcionamos. Ocurre entonces una de estas dos cosas: o bien se perdona, o inevitablemente, poco a poco, acumulamos resentimiento, y eso no es nada bueno.
Para que el amor perdure, debemos ser capaces de perdonar. Reprimir simplemente nuestros sentimientos y emociones, o pretender ignorarlos, no es perdonar...
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9ª Regla- El amor no es egoísta. En tanto que el amor maduro requiere de un equilibrio entre el dar y el recibir, la generosidad espontánea es la esencia del amor.
El verdadero amor exige que pongamos en segundo lugar nuestras necesidades, y que respondamos a las de nuestra pareja; no infinita ni unilateralmente, pero sí a menudo. De hecho, nos sentimos más enamorados cuando damos que cuando recibimos algo de nuestro compañero o de nuestra compañera...
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La costumbre de dar es contagiosa. Fomenta la reciprocidad. Pero, ¡cuidado!: no dé para recibir, pues eso no es amor. Tampoco se debe dar interminablemente a un cónyuge que se aprovecha de los sentimientos del otro. Los matrimonios más realizados son aquellos en que ambos cónyuges dan el ciento por ciento... ¡y reciben, a cambio, el ciento por ciento!...
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Pienso que una cosa muy interesante sería evitar caer en la trampa de las acusaciones, y adoptar en su lugar una actitud más positiva en nuestro matrimonio... y en la vida ¡cómo no!
Cuanta más responsabilidad asumamos por la calidad de nuestra vida, más felices seremos en compañía de nuestras parejas o amigos...
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9ª Regla- El amor no es egoísta. En tanto que el amor maduro requiere de un equilibrio entre el dar y el recibir, la generosidad espontánea es la esencia del amor.
El verdadero amor exige que pongamos en segundo lugar nuestras necesidades, y que respondamos a las de nuestra pareja; no infinita ni unilateralmente, pero sí a menudo. De hecho, nos sentimos más enamorados cuando damos que cuando recibimos algo de nuestro compañero o de nuestra compañera...
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Los cónyuges solemos ser, por desgracia, los chivos expiatorios más a la mano. Es más fácil encontrar fallas en lo que él o ella están haciendo, que examinar cómo nosotros mismos hemos creado nuestra propia infelicidad...
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Pienso que una cosa muy interesante sería evitar caer en la trampa de las acusaciones, y adoptar en su lugar una actitud más positiva en nuestro matrimonio... y en la vida ¡cómo no!
Cuanta más responsabilidad asumamos por la calidad de nuestra vida, más felices seremos en compañía de nuestras parejas o amigos...
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Luego nos casamos. Si no tenemos tacto, empezamos a lanzar acusaciones a nuestra pareja: "Tú tienes la culpa de que yo sea infeliz", por ejemplo...
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Los cónyuges solemos ser, por desgracia, los chivos expiatorios más a la mano. Es más fácil encontrar fallas en lo que él o ella están haciendo, que examinar cómo nosotros mismos hemos creado nuestra propia infelicidad...
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8ª Regla -Quien ama no hace acusaciones.

Antes de casarnos, la mayoría de los adultos tomamos la vida como viene. Si todo sale bien, sentimos que es porque hemos tomado las decisiones correctas. Cuando no sucede así, comprendemos que esto también es resultado de nuestras propias acciones...
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Luego nos casamos. Si no tenemos tacto, empezamos a lanzar acusaciones a nuestra pareja: "Tú tienes la culpa de que yo sea infeliz", por ejemplo...
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Cuando respetamos nuestros votos matrimoniales, generalmente, nos sentimos a gusto con nosotros mismos, pero cuando actuamos con doblez, secretamente sabemos, y sentimos faltos de carácter. Recordemos, además que no podemos amar a otra persona si antes no nos amamos a nosotros mismos...
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8ª Regla -Quien ama no hace acusaciones.

Antes de casarnos, la mayoría de los adultos tomamos la vida como viene. Si todo sale bien, sentimos que es porque hemos tomado las decisiones correctas. Cuando no sucede así, comprendemos que esto también es resultado de nuestras propias acciones...
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7ª Regla- La infidelidad envenena el amor.

"Lo que mi pareja no sabe no puede dañarle", es una falaz justificación para incurrir en relaciones extraconyugales. Aun si ello no conduce al divorcio, una aventura amorosa puede dañar permanentemente el vínculo conyugal, ya que constituye una violación flagrante del compromiso matrimonial...
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Cuando respetamos nuestros votos matrimoniales, generalmente, nos sentimos a gusto con nosotros mismos, pero cuando actuamos con doblez, secretamente sabemos, y sentimos faltos de carácter. Recordemos, además que no podemos amar a otra persona si antes no nos amamos a nosotros mismos...
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7ª Regla- La infidelidad envenena el amor.

"Lo que mi pareja no sabe no puede dañarle", es una falaz justificación para incurrir en relaciones extraconyugales. Aun si ello no conduce al divorcio, una aventura amorosa puede dañar permanentemente el vínculo conyugal, ya que constituye una violación flagrante del compromiso matrimonial...
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6ª Regala- Las mejores relaciones personales siempre están cambiando.

Casi todos creemos que una relación sólida no se altera de un año para otro, pero en realidad, las relaciones conyugales cambian inevitablemente como las personas. Las parejas que tropiezan con más dificultades son las que, temiendo que su amor no sea lo bastante fuerte para resistirlo, rechazan el cambio...
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4ª Regla -Amar es aceptarse mutuamente.

Con demasiada frecuencia, creemos insensatamente que el amor nos autoriza a remoldear la manera de ser de la persona amada. Tratamos de anular los rasgos de personalidad desagradables de nuestra pareja, incluso si en este proceso disminuimos las cualidades mismas que nos inspiran tanto cariño....
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5ª Regla- Quienes se aman no pueden ser adivinos del pensamiento.

Una de las fantasías del amor es que, por alguna misteriosa razón, nuestra pareja está armonizada con nuestros pensamientos y sueños más íntimos. Cuando un cónyuge falla en esto, el otro suele sentirse triste, desilusionado o incluso traicionado...
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Cuando esperamos que el compañero o la compañera fomente nuestro ego o compense nuestras flaquezas, invariablemente quedamos decepcionados, y nuestro cónyuge resentido. Sólo cada cual debe asumir la responsabilidad de lo que siente, y de la propia valía.
Las parejas mejor integradas, según dicen los expertos, saben que, para que lo suyo dure, ambas partes deben aprender, ante todo, a amarse a sí mismas, pues de lo contrario, nunca se sentirán dignas de ser amadas...
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4ª Regla -Amar es aceptarse mutuamente.

Con demasiada frecuencia, creemos insensatamente que el amor nos autoriza a remoldear la manera de ser de la persona amada. Tratamos de anular los rasgos de personalidad desagradables de nuestra pareja, incluso si en este proceso disminuimos las cualidades mismas que nos inspiran tanto cariño....
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3ª Regla - El matrimonio no es una panacea.

Los beneficios de la unión conyugal son tan elogiados, que algunos llegan a creer que es el antídoto para todas las viejas heridas, de la niñez o de otros amores. No hay tal: el matrimonio "NO" es la solución de los problemas personales. Por muy armónico que sea vuestro vínculo matrimonial, para aquellos que habéis pasado por la Vicaria, tú y tu pareja erais personas antes de constituir una pareja...
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Cuando esperamos que el compañero o la compañera fomente nuestro ego o compense nuestras flaquezas, invariablemente quedamos decepcionados, y nuestro cónyuge resentido. Sólo cada cual debe asumir la responsabilidad de lo que siente, y de la propia valía.
Las parejas mejor integradas, según dicen los expertos, saben que, para que lo suyo dure, ambas partes deben aprender, ante todo, a amarse a sí mismas, pues de lo contrario, nunca se sentirán dignas de ser amadas...