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¿Será acaso el lenguaje de las olas, cuyo verbo poderoso parece conservar aún el clamor desgarrador de los náufragos que murieron en la extensión inmensa del piélago azul, y el canto cariñoso de las sirenas que dormitan al sol echadas sobre los peñascales de playas remotas?...
¿Será acaso el lenguaje de las olas, cuyo verbo poderoso parece conservar aún el clamor desgarrador de los náufragos que murieron en la extensión inmensa del piélago azul, y el canto cariñoso de las sirenas que dormitan al sol echadas sobre los peñascales de playas remotas?...
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Los pintores, pintaron a Eco como una figura a la vez, mística y pagana. Su cuerpo tiene la blancura y la exquisita correción de formas de las retozonas deidades mitológicas, y no obstante, hay en ella algo espiritual y melancólico, que recuerda a las tristes heroinas de las leyendas medioevales, cuyos amantes sucumbieron sin confesión y en alta mar, lucahndo contra las olas y los vientos desencadenados.
Los pintores, pintaron a Eco como una figura a la vez, mística y pagana. Su cuerpo tiene la blancura y la exquisita correción de formas de las retozonas deidades mitológicas, y no obstante, hay en ella algo espiritual y melancólico, que recuerda a las tristes heroinas de las leyendas medioevales, cuyos amantes sucumbieron sin confesión y en alta mar, lucahndo contra las olas y los vientos desencadenados.