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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Domingo trabajando
Foto enviada por GABALDON

—Haré lo que tú quieras —respondió el deshollinador—. Vámosnos ahora mismo. Estoy seguro de que con mi trabajo lograré ganar lo suficiente para los dos.
—Por favor —le dijo ella—: vayámonos por el ancho mundo; aquí no podemos quedarnos.
Pero la pastorcita estaba deshecha en llanto y miró a su idolatrado novio, el deshollinador de chimeneas.
Y luego de cabecear otra vez, se quedó dormido.
—Entonces tú completarás la docena —dijo el chino—. Esta noche, tan pronto el viejo aparador empiece a crujir, te casas con él o yo no soy un chino.
—Me niego a entrar en ese oscuro aparador —respondió la pastorcita—. Me han dicho que ya tiene encerradas dentro a once esposas de porcelana.
Ese aparador suyo está lleno de plata, y ¡vaya usted a saber la de cosas que tendrá guardadas en las gavetas!
—Ése es el esposo que te conviene —le dijo—; apostaría a que está hecho de caoba. Serás la señora del General-Mandamás-en-Vanguardi a-y-Retaguardia-Guillermitopat asdechivo.
Cerca de ellos, casi tres veces más grande, había otra figura: un chino viejo que podía menear la cabeza. También estaba hecho de porcelana y afirmaba, aunque no podía probarlo, que era el abuelo de la pastorcita. Fuese o no verdad, pasaba por guardián suyo, así que cuando el General-Mandamás-en-Vanguardi a-y-Retaguardia-Guillermitopat asdechivo pidió la mano de la pastora, el chino viejo se la concedió con un movimiento de la cabeza.
Lo habían ubicado muy cerca de la pastora, y como era de esperarse, se enamoraron enseguida. Sin duda que estaban hechos el uno para el otro, pues ambos venían de la misma porcelana y eran igualmente jóvenes y frágiles.
La pastorcita llevaba zapatos dorados, el vestido delicadamente sujeto con una rosa roja, un sombrero de oro y un cayado también de oro: era sencillamente encantadora. Muy cerca de ella estaba colocado un pequeño deshollinador de chimeneas, negro como el carbón, aunque también estaba hecho de porcelana. Realmente era tan limpio y pulcro como el que más, pues, como ven, no dejaba de ser un deshollinador de adorno. El artesano que lo hizo, de habérselo propuesto, habría podido convertirlo fácilmente ... (ver texto completo)
Era un nombre de muy difícil pronunciación, y no son muchos los que alcanzan un grado tan alto en el ejército. Tenía que haber sido un personaje muy importante, pues si no ¿quién se hubiera tomado tanto trabajo en tallarlo? En fin, de todos modos, allí estaba; y todo el tiempo le era poco para mirar hacia la mesa que había debajo del espejo, por la sencilla razón de que allí se ubicaba una linda pastorcita de porcelana.
En una sala con recuerdos de antepasados, un aparador con la madera ennegrecida por el paso de los años, y totalmente tallado de flores, hojas y cargados ornamentos. Entre las rosas y los tulipanes ridículamente socavados en la madera, asomaban unas cabecitas de ciervos con grandes astas, y en el mismo centro se presentaba la figura de un hombre de expresión burlona, con patas de chivo y cuernos en la frente. Se lo representaba con larga barba y los niños de la casa lo habían apodado: “General-Mandamás-en-Vangua ... (ver texto completo)
La pastora y el deshollinador

Había una vez…
Pero es que no vás a la MASCLETÁ?

vamos, VAMOS, venga tiraaaaaaaaaa a coger sitio. jejeje
saludos. rs