Don Juán:
¿Alma mía, Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puedo hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para Él quizas,
No, el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora,
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga,
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud
bellisima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aún de la virtud.
Sí, iré mi orgullo a pòstrar
ante el buen Comendador,
y o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
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