Esto no lo conocía yo, encanvio sí habíamos jugado, las chicas de mi época y yo a Antón Pirulero. Si te equivocabas tenías que dar una prenda y luego se mandaba lo que tenía que hacer su propietaria. Cuando más risa se pasaba y más vergüenza, es cuando mandaban decirle algo a algún chico e incluso darle un beso. Si el chico era un primo, aún, aún pero si no... ¡Madre mía, como se nos subía el pavo!
Buenos días chicos, mientras preparo el aperitivo y la comida (hoy no hay canción Milagros, mañana jajajja)