Luz ahora 0,14261 €/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Útiles de costura
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

...
En la famosa primera escena del filme, Marcello está en un helicóptero para llevar al Vaticano una estatua de Jesús. En el camino, el helicóptero se detiene para observar a un grupo de mujeres que están tomando el sol en una azotea. Marcello pregunta a las mujeres por su número telefónico y éstas le preguntan hacia dónde lleva la estatua. El ruidoso motor del helicóptero evita el mutuo entendimiento. Este tema de la falta de comunicación se vuelve a tocar a lo largo del filme...
... Entre los episodios más famosos de La dolce vita están la gran escena goyesca del falso milagro, donde dos niños mienten acerca de una supuesta aparición de la Virgen en las afueras de Roma, en donde se ve una multitud inmensa, y el episodio de Steiner (interpretado por Alain Cuny), un amigo intelectual de Marcello con una vida familiar perfecta, quien termina asesinando a sus hijos y cometiendo suicidio. Tras la muerte de Steiner, Marcello se adentra en una vida sin sentido de orgías, el final ... (ver texto completo)
FEDERICO FELLINI.

Considerado uno de los artífices de la modernidad cinematográfica, el cineasta Federico Fellini (Rímini, 1920 - Roma, 1993) altera en su obra las reglas de la narración, deconstruye el relato y reconcibe el cine con absoluta libertad. Su filmografía constituye un mundo particular, privado y personal, de imágenes líricas y poéticas, erigiéndose en una valiente defensa de la imaginación como categoría cognoscitiva y comprensiva válida.
...
En la famosa primera escena del filme, Marcello está en un helicóptero para llevar al Vaticano una estatua de Jesús. En el camino, el helicóptero se detiene para observar a un grupo de mujeres que están tomando el sol en una azotea. Marcello pregunta a las mujeres por su número telefónico y éstas le preguntan hacia dónde lleva la estatua. El ruidoso motor del helicóptero evita el mutuo entendimiento. Este tema de la falta de comunicación se vuelve a tocar a lo largo del filme...
FEDERICO FELLINI.

Considerado uno de los artífices de la modernidad cinematográfica, el cineasta Federico Fellini (Rímini, 1920 - Roma, 1993) altera en su obra las reglas de la narración, deconstruye el relato y reconcibe el cine con absoluta libertad. Su filmografía constituye un mundo particular, privado y personal, de imágenes líricas y poéticas, erigiéndose en una valiente defensa de la imaginación como categoría cognoscitiva y comprensiva válida.
Sinopsis DE LA DOLCE VITA.

"Carente de una estructura tradicional en su trama, el filme presenta una serie de noches y mañanas a lo largo de la Via Veneto en Roma, vistas desde los ojos de su personaje principal, un reportero de crónicas sociales llamado Marcello (interpretado por Marcello Mastroianni). Marcello es un hombre que no está comprometido con nada, como lo demuestran sus relaciones con su simple y celosa amante Emma (Yvonne Furneaux), con una sofisticada mujer (Anouk Aimée) con la cual ... (ver texto completo)
FEDERICO FELLINI.

Considerado uno de los artífices de la modernidad cinematográfica, el cineasta Federico Fellini (Rímini, 1920 - Roma, 1993) altera en su obra las reglas de la narración, deconstruye el relato y reconcibe el cine con absoluta libertad. Su filmografía constituye un mundo particular, privado y personal, de imágenes líricas y poéticas, erigiéndose en una valiente defensa de la imaginación como categoría cognoscitiva y comprensiva válida.
Hoy ha amanecido en ALCONCHEL DE LA ESTRELLA a las 07:37 y ha anochecido a las 18:09
fotos: 1.240 Nº mensajes: 38.563 Visitas / día: 1.725

Saludos y buenas tardes Eufra7 ¡Rosa, Begoña y Rosamary, ondandarán?!
...
Un día se presentaron varios pilluelos y se pusieron a rebuscar en el arroyo, en pos de clavos viejos, perras chicas y otras cosas por el estilo. Era una ocupación muy sucia, pero ellos se divertían de lo lindo.

- ¡Ay! -exclamó uno; se había pinchado con la aguja de zurcir-. ¡Esta marrana!

- ¡Yo no soy ninguna marrana, sino una señorita! -protestó la aguja; pero nadie la oyó. El lacre se había desprendido, y el metal estaba ennegrecido; pero el negro hace más esbelto, por lo que la aguja ... (ver texto completo)
Menudo fín que tuvo la "abuja" jajajjaj, por espabilá, que se chinche.

Eso le pasa a mucha gente como a ella.

Rs.
...
Un día se presentaron varios pilluelos y se pusieron a rebuscar en el arroyo, en pos de clavos viejos, perras chicas y otras cosas por el estilo. Era una ocupación muy sucia, pero ellos se divertían de lo lindo.

- ¡Ay! -exclamó uno; se había pinchado con la aguja de zurcir-. ¡Esta marrana!

- ¡Yo no soy ninguna marrana, sino una señorita! -protestó la aguja; pero nadie la oyó. El lacre se había desprendido, y el metal estaba ennegrecido; pero el negro hace más esbelto, por lo que la aguja ... (ver texto completo)
No me digáis que no son bonitos, para explicar a los nietos, los Cuentos de H. C. Andersen... ¡A mí me encantan, y me vuelven a la niñez!
...
- ¿Usted debe ser un diamante, verdad?

-Bueno... sí, algo por el estilo.

Y los dos quedaron convencidos de que eran joyas excepcionales, y se enzarzaron en una conversación acerca de lo presuntuosa que es la gente.

- ¿Sabes? yo viví en el estuche de una señorita -dijo la aguja de zurcir-; era cocinera; tenía cinco dedos en cada mano, pero nunca he visto nada tan engreído como aquellos cinco dedos; y, sin embargo, toda su misión consistía en sostenerme, sacarme del estuche y volverme ... (ver texto completo)
...
Un día se presentaron varios pilluelos y se pusieron a rebuscar en el arroyo, en pos de clavos viejos, perras chicas y otras cosas por el estilo. Era una ocupación muy sucia, pero ellos se divertían de lo lindo.

- ¡Ay! -exclamó uno; se había pinchado con la aguja de zurcir-. ¡Esta marrana!

- ¡Yo no soy ninguna marrana, sino una señorita! -protestó la aguja; pero nadie la oyó. El lacre se había desprendido, y el metal estaba ennegrecido; pero el negro hace más esbelto, por lo que la aguja se creyó aún más fina que antes.

- ¡Ahí viene flotando una cáscara de huevo! -gritaron los chiquillos, y clavaron en ella la aguja.

-Negra sobre fondo blanco -observó ésta-. ¡Qué bien me sienta! Soy bien visible. ¡Con tal que no me maree, ni vomite!

Pero no se mareó ni vomitó.

-Es una gran cosa contra el mareo tener estómago de acero. En esto sí que estoy por encima del vulgo. Me siento como si nada. Cuánto más fina es una, más resiste.

- ¡Crac! -exclamó la cáscara, al sentirse aplastada por la rueda de un carro.

- ¡Uf, cómo pesa! -añadió la aguja-. Ahora sí que me mareo. ¡Me rompo, me rompo!

Pero no se rompió, pese a haber sido atropellada por un carro. Quedó en el suelo, y, lo que es por mí, puede seguir allí muchos años.

FIN ... (ver texto completo)
...
- ¿Puedo tomarme la libertad de preguntarle, con el debido respeto, si acaso es usted de oro? -inquirió el alfiler, vecino suyo-. Tiene usted un porte majestuoso, y cabeza propia, aunque pequeña. Debe procurar crecer, pues no siempre se pueden poner gotas de lacre en el cabo.

Al oír esto, la aguja se irguió con tanto orgullo, que se soltó de la tela y cayó en el vertedero, en el que la cocinera estaba lavando.

-Ahora me voy de viaje -dijo la aguja-. ¡Con tal que no me pierda!

Pero es ... (ver texto completo)
...
- ¿Usted debe ser un diamante, verdad?

-Bueno... sí, algo por el estilo.

Y los dos quedaron convencidos de que eran joyas excepcionales, y se enzarzaron en una conversación acerca de lo presuntuosa que es la gente.

- ¿Sabes? yo viví en el estuche de una señorita -dijo la aguja de zurcir-; era cocinera; tenía cinco dedos en cada mano, pero nunca he visto nada tan engreído como aquellos cinco dedos; y, sin embargo, toda su misión consistía en sostenerme, sacarme del estuche y volverme a meter en él.

- ¿Brillaban acaso? -preguntó el casco de botella.

- ¿Brillar? -exclamó la aguja-. No; pero a orgullosos nadie los ganaba. Eran cinco hermanos, todos dedos de nacimiento. Iban siempre juntos, la mar de tiesos uno al lado del otro, a pesar de que ninguno era de la misma longitud. El de más afuera, se llamaba «Pulgar», era corto y gordo, estaba separado de la mano, y como sólo tenía una articulación en el dorso, sólo podía hacer una inclinación; pero afirmaba que si a un hombre se lo cortaban, quedaba inútil para el servicio militar. Luego venía el «Lameollas», que se metía en lo dulce y en lo amargo, señalaba el sol y la luna y era el que apretaba la pluma cuando escribían. El «Larguirucho» se miraba a los demás desde lo alto; el «Borde dorado» se paseaba con un aro de oro alrededor del cuerpo, y el menudo «Meñique» no hacía nada, de lo cual estaba muy ufano. Todo era jactarse y vanagloriarse. Por eso fui yo a dar en el vertedero.

-Ahora estamos aquí, brillando -dijo el casco de botella. En el mismo momento llegó más agua al arroyo, lo desbordó y se llevó el casco.

- ¡Vamos! A éste lo han despachado -dijo la aguja-. Yo me quedo, soy demasiado fina, pero esto es mi orgullo, y vale la pena.

Y permaneció altiva, sumida en sus pensamientos.

-De tan fina que soy, casi creería que nací de un rayo de sol. Tengo la impresión de que el sol me busca siempre debajo del agua. Soy tan sutil, que ni mi padre me encuentra. Si no se me hubiese roto el ojo, creo que lloraría; pero no, no es distinguido llorar... ... (ver texto completo)
"La aguja de zurcir.

Hans Christian Andersen

Érase una vez una aguja de zurcir tan fina y puntiaguda, que se creía ser una aguja de coser.
-Fíjense en lo que hacen y manéjenme con cuidado -decía a los dedos que la manejaban-. No me dejen caer, que si voy al suelo, las pasarán negras para encontrarme. ¡Soy tan fina!

- ¡Vamos, vamos, que no hay para tanto! -dijeron los dedos sujetándola por el cuerpo.

-Miren, aquí llego yo con mi séquito -prosiguió la aguja, arrastrando tras sí una larga ... (ver texto completo)
...
- ¿Puedo tomarme la libertad de preguntarle, con el debido respeto, si acaso es usted de oro? -inquirió el alfiler, vecino suyo-. Tiene usted un porte majestuoso, y cabeza propia, aunque pequeña. Debe procurar crecer, pues no siempre se pueden poner gotas de lacre en el cabo.

Al oír esto, la aguja se irguió con tanto orgullo, que se soltó de la tela y cayó en el vertedero, en el que la cocinera estaba lavando.

-Ahora me voy de viaje -dijo la aguja-. ¡Con tal que no me pierda!

Pero es el caso que se perdió.

«Este mundo no está hecho para mí -pensó, ya en el arroyo de la calle-. Soy demasiado fina. Pero tengo conciencia de mi valer, y esto siempre es una pequeña satisfacción». Y mantuvo su actitud, sin perder el buen humor.

Por encima de ella pasaban flotando toda clase de objetos: virutas, pajas y pedazos de periódico. « ¡Cómo navegan! -decía la aguja-. ¡Poco se imaginan lo que hay en el fondo! Yo estoy en el fondo y aquí sigo clavada. ¡Toma!, ahora pasa una viruta que no piensa en nada del mundo como no sea en una "viruta", o sea, en ella misma; y ahora viene una paja: ¡qué manera de revolcarse y de girar! No pienses tanto en ti, que darás contra una piedra. ¡Y ahora un trozo de periódico! Nadie se acuerda de lo que pone, y, no obstante, ¡cómo se ahueca! Yo, en cambio, me estoy aquí paciente y quieta; sé lo que soy y seguiré siéndolo...».

Un día fue a parar a su lado un objeto que brillaba tanto, que la aguja pensó que tal vez sería un diamante; pero en realidad era un casco de botella. Y como brillaba, la aguja se dirigió a él, presentándose como alfiler de pecho... ... (ver texto completo)
"La aguja de zurcir.

Hans Christian Andersen

Érase una vez una aguja de zurcir tan fina y puntiaguda, que se creía ser una aguja de coser.
-Fíjense en lo que hacen y manéjenme con cuidado -decía a los dedos que la manejaban-. No me dejen caer, que si voy al suelo, las pasarán negras para encontrarme. ¡Soy tan fina!

- ¡Vamos, vamos, que no hay para tanto! -dijeron los dedos sujetándola por el cuerpo.

-Miren, aquí llego yo con mi séquito -prosiguió la aguja, arrastrando tras sí una larga hebra, pero sin nudo.

Los dedos apuntaron la aguja a la zapatilla de la cocinera; el cuero de la parte superior había reventado y se disponían a coserlo.

- ¡Qué trabajo más ordinario! -exclamó la aguja-. No es para mí. ¡Me rompo, me rompo!

Y se rompió

- ¿No os lo dije? -suspiró la víctima-. ¡Soy demasiado fina!

-Ya no sirve para nada -pensaron los dedos; pero hubieron de seguir sujetándola, mientras la cocinera le aplicaba una gota de lacre y luego era clavada en la pechera de la blusa.

- ¡Toma! ¡Ahora soy un prendedor! -dijo la vanidosa-. Bien sabía yo que con el tiempo haría carrera. Cuando una vale, un día u otro se lo reconocen.

Y se río para sus adentros, pues por fuera es muy difícil ver cuándo se ríe una aguja de zurcir. Y se quedó allí tan orgullosa cómo si fuese en coche, y paseaba la mirada a su alrededor... ... (ver texto completo)
LA TABERNA DE LAS RIMAS

FINO

Un tipo va a un BAR y le dice al cantinero:
· Por favor un ron.

El cantinero le dice:
· Aquí todo se pide con rima.
... (ver texto completo)
¡Anda qué....! Esto es peor que escribir: Tonto el que lo lea. Jajajajajaja
LA TABERNA DE LAS RIMAS

FINO

Un tipo va a un BAR y le dice al cantinero:
· Por favor un ron.

El cantinero le dice:
· Aquí todo se pide con rima.
... (ver texto completo)
¡Fíjate tú.........! Si aquí tengo casi de todo para coser un vestido, y hasta me sobra para un mandil....