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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Imagen de San Julián
Foto enviada por cuenka

Con razón, pues, en la expresión « feliz la que ha creído » podemos encontrar como una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha saludado como « llena de gracia ». Si como a llena de gracia » ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertía en partícipe en toda la extensión de su itinerario terreno: « avanzó en la peregrinación de la fe » y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía presente a los hombres el misterio ... (ver texto completo)
19. ¡Sí, verdaderamente « feliz la que ha creído »! Estas palabras, pronunciadas por Isabel después de la anunciación, aquí, a los pies de la Cruz, parecen resonar con una elocuencia suprema y se hace penetrante la fuerza contenida en ellas. Desde la Cruz, es decir, desde el interior mismo del misterio de la redención, se extiende el radio de acción y se dilata la perspectiva de aquella bendición de fe. Se remonta « hasta el comienzo » y, como participación en el sacrificio de Cristo, nuevo Adán, ... (ver texto completo)
Por medio de esta fe María está unida perfectamente a Cristo en su despojamiento. En efecto, « Cristo,... siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres »; concretamente en el Gólgota « se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz » (cf. Flp 2, 5-8). A los pies de la Cruz María participa por medio de la fe en el desconcertante misterio de este despojamiento. ... (ver texto completo)
Y he aquí que, estando junto a la Cruz, María es testigo, humanamente hablando, de un completo desmentido de estas palabras. Su Hijo agoniza sobre aquel madero como un condenado. « Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores... despreciable y no le tuvimos en cuenta »: casi anonadado (cf. Is 53, 35) ¡Cuan grande, cuan heroica en esos momentos la obediencia de la fe demostrada por María ante los « insondables designios » de Dios! ¡Cómo se « abandona en Dios » sin reservas, « prestando el homenaje ... (ver texto completo)
18. Esta bendición alcanza su pleno significado, cuando María está junto a la Cruz de su Hijo (cf. Jn 19, 25). El Concilio afirma que esto sucedió « no sin designio divino »: « se condolió vehementemente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada por Ella misma »; de este modo María « mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz »: (38) la unión por medio de la fe, la misma fe con la que había acogido ... (ver texto completo)
Pero, cuando, después del encuentro en el templo, a la pregunta de la Madre: « ¿por qué has hecho esto? », Jesús, que tenía doce años, responde « ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? », y el evangelista añade: « Pero ellos (José y María) no comprendieron la respuesta que les dio » (Lc 2, 48-50) Por lo tanto, Jesús tenía conciencia de que « nadie conoce bien al Hijo sino el Padre » (cf. Mt 11, 27), tanto que aun aquella, a la cual había sido revelado más profundamente el misterio ... (ver texto completo)
La Madre de aquel Hijo, por consiguiente, recordando cuanto le ha sido dicho en la anunciación y en los acontecimientos sucesivos, lleva consigo la radical « novedad » de la fe: el inicio de la Nueva Alianza. Esto es el comienzo del Evangelio, o sea de la buena y agradable nueva. No es difícil, pues, notar en este inicio una particular fatiga del corazón, unida a una especie de a noche de la fe » -usando una expresión de San Juan de la Cruz-, como un « velo » a través del cual hay que acercarse al ... (ver texto completo)
A lo largo de la vida oculta de Jesús en la casa de Nazaret, también la vida de María está « oculta con Cristo en Dios » (cf. Col 3, 3), por medio de la fe. Pues la fe es un contacto con el misterio de Dios. María constantemente y diariamente está en contacto con el misterio inefable de Dios que se ha hecho hombre, misterio que supera todo lo que ha sido revelado en la Antigua Alianza. Desde el momento de la anunciación, la mente de la Virgen-Madre ha sido introducida en la radical « novedad » de ... (ver texto completo)
17. Después de la muerte de Herodes, cuando la sagrada familia regresa a Nazaret, comienza el largo período de la vida oculta. La que « ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor » (Lc 1, 45) vive cada día el contenido de estas palabras. Diariamente junto a ella está el Hijo a quien ha puesto por nombre Jesús; por consiguiente, en la relación con él usa ciertamente este nombre, que por lo demás no podía maravillar a nadie, usándose desde hacía mucho tiempo en Israel. ... (ver texto completo)
Un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, aparece al comienzo del « itinerario » de la fe de María. Sus palabras, sugeridas por el Espíritu Santo (cf. Lc 2, 25-27), confirman la verdad de la anunciación. Leemos, en efecto, que « tomó en brazos » al niño, al que -según la orden del ángel- « se le dio el nombre de Jesús » (cf. Lc 2, 21). El discurso de Simeón es conforme al significado de este nombre, que quiere decir Salvador: « Dios es la salvación ». Vuelto al Señor, dice lo siguiente: « Porque ... (ver texto completo)
16. Siempre a través de este camino de la « obediencia de la fe » María oye algo más tarde otras palabras; las pronunciadas por Simeón en el templo de Jerusalén. Cuarenta días después del nacimiento de Jesús, según lo prescrito por la Ley de Moisés, María y José « llevaron al niño a Jerusalén para presentarle al Señor » (Lc 2, 22) El nacimiento se había dado en una situación de extrema pobreza. Sabemos, pues, por Lucas que, con ocasión del censo de la población ordenado por las autoridades romanas, ... (ver texto completo)
Aunque por medio de la fe se haya sentido en aquel instante Madre del « Mesías-rey », sin embargo responde: « He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra » (Lc 1, 38). Desde el primer momento, María profesa sobre todo « la obediencia de la fe », abandonándose al significado que, a las palabras de la anunciación, daba aquel del cual provenían: Dios mismo.
5. María, cuando en la anunciación siente hablar del Hijo del que será madre y al que « pondrá por nombre Jesús » (Salvador), llega a conocer también que a el mismo « el Señor Dios le dará el trono de David, su padre » y que « reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin » (Lc 1, 32-33) En esta dirección se encaminaba la esperanza de todo el pueblo de Israel. El Mesías prometido debe ser « grande », e incluso el mensajero celestial anuncia que « será grande », grande tanto ... (ver texto completo)
Sin embargo las palabras de Isabel « Feliz la que ha creído » no se aplican únicamente a aquel momento concreto de la anunciación. Ciertamente la anunciación representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida, de donde inicia todo su « camino hacia Dios », todo su camino de fe. Y sobre esta vía, de modo eminente y realmente heroico -es mas, con un heroísmo de fe cada vez mayor- se efectuará la « obediencia » profesada por ella a la palabra ... (ver texto completo)
14. Por lo tanto, la fe de María puede parangonarse también a la de Abraham, llamado por el Apóstol « nuestro padre en la fe » (cf. Rm 4, 12). En la economía salvífica de la revelación divina la fe de Abraham constituye el comienzo de la Antigua Alianza; la fe de María en la anunciación da comienzo a la Nueva Alianza. Como Abraham « esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones » (cf. Rm 4, 18), así María, en el instante de la anunciación, después de haber manifestado su condición de virgen (« ¿cómo será esto, puesto que no conozco varón? »), creyó que por el poder del Altísimo, por obra del Espíritu Santo, se convertiría en la Madre del Hijo de Dios según la revelación del ángel: « el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios » (Lc 1, 35). ... (ver texto completo)