- Yo os ayudaré, buena señora.
Y así lo hizo: ató el haz de leña a su
caballo y ayudó a montar a la anciana a sus espaldas. Luego, los dos siguieron el
camino hacia la cabaña donde vivía la anciana.
A todo esto, la mujer no había abierto la boca ni para decir gracias. Pero, sin que Angelito se diera cuenta, le metió algo en el bolsillo de la capa.
Al poco, llegaron a la cabaña. Angelito ayudó a la anciana a descabalgar, le entregó el haz de leña y se despidió. Y fue entonces cuando la anciana
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