NO ES PRECISO reconocer los propios errores. Ya se ocupan de ello los demás.
UN ARISTÓCRATA de primera fila invitó al poeta Juan Ramón Jiménez a pesar de "no tener el gusto de conocerle". A lo que el onubense respondió a vuelta de
correo:
"Lamento no poder asistir a su
fiesta... porque el que no tiene el gusto de conocerle soy yo..."