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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Esperando a la Virgen con el estandarte
Foto enviada por cuenka

Luis Fernando Figari

Este texto es un extracto de un trabajo más amplio publicado con el título de "Función dinámica de María", por Fondo Editorial, Lima 1992.
Ante estos hechos queda claro que la Virgen sí interviene en la vida de su pueblo y que, cumpliendo plenamente con el mandamiento de Nuestro Señor en el Altar del Gólgota, Ella actúa maternalmente en la forja de la Iglesia, y conduce suavemente a sus hijos al pleno encuentro con Jesús.
Más allá de una matemática exactitud de las cifras, que bien podría no ser tal, el hecho es que hubo numerosísimos bautismos por esos tiempos, en cifras que causan asombro y admiración.
Lo espectacular y milagroso de las conversiones bautismales no deja lugar a dudas. Según el Padre Motolinía en la zona del Tepeyac, en la cuaresma de 1537, se bautizaron nada menos que sesentamil personas; y así en otros lugares de México.
Pienso que el ejemplo es más categórico que muchos argumentos. Creo que la acción de María de Guadalupe es inequívocamente evangelizadora. Y creo, también, que el testimonio que nos ha legado en la tilma de Juan Diego, con los avances de la ciencia moderna que sólo en nuestro tiempo -mediante el uso de avanzados procesos científicos- han permitido descubrir en los ojos de la Virgen la imagen de quienes se encontraban en aquel momento junto con el Obispo Zumárraga, son un continuo mensaje evangelizador, ... (ver texto completo)
Me he referido a esta historia de nuestra fe no sólo por razones de devoción personal y conciencia latinoamericana, sino también para poner de relieve la intervención directa de la Virgen, ejerciendo su función dinámica en la edificación de la Iglesia del Señor. María es la gran Evangelizadora de América, no solamente guía y estrella de Evangelización, como bien resalta Puebla, sino Ella misma evangelizadora.
Las apariciones de Nuestra Señora y la santa imagen de la Virgen de Guadalupe -como se la conoce- fueron como una clarinada que inició la etapa masiva del proceso evangelizador. El padre Rubén Vargas Ugarte, en su Historia del Culto de María, al responder a la interrogante sobre cuál era la causa de los notables progresos en la evangelización que se dieron en esos años, escribe: «El motivo principal de estas conversiones no fue otro que el suave influjo que empezó a ejercer entre los indios la Virgen ... (ver texto completo)
No vamos a entrar -aunque ánimos no me faltan- a la edificante historia de las apariciones de María en tierras que estaban siendo evangelizadas. El hecho es que ante la solicitud de pruebas de la milagrosa aparición y de la veracidad de los deseos de la Virgen, Ella envió a Juan Diego donde el Obispo con unas frescas rosas de Castilla -que no se daban entonces en esas tierras-. Al abrir Juan Diego su tilma -especie de poncho o ruana- delante del Obispo para entregarle las rosas que le había dado ... (ver texto completo)
Recordemos que fue el 9 de diciembre de 1531 cuando Santa María se le apareció a un indio del pueblo de Cuautitlán, ubicado a unos 22 kilómetros al norte de ciudad de México. Juan Diego se llamaba el afortunado que, guiándose por un canto muy hermoso, subió a lo alto del cerro del Tepeyac. Ahí se le presentó Nuestra Señora, en medio de una resplandeciente nube.
Obviamente todos ustedes se preguntarán qué pasó. Si hasta 1531 sólo había un millón de bautizados, según los datos proporcionados por el Obispo de esas tierras, cómo entre 1531 y 1537 se multiplicó tan impresionantemente el número de conversos, según Motolinía. Y precisamente por eso es que los invité a hacer memoria de esta historia de la evangelización de la América Latina.
Pero muy pronto las cosas cambiaron. Los naturales empezaron a aproximarse a la fe y en un vuelco de multitudes a pedir el bautismo. Cinco años después el entusiasta fray Toribio de Benavente (apodado Motolinía) escribía, en 1536, en su Historia de los Indios de Nueva España, que ya habían sido bautizados más de cuatro millones, y que se esperaba que para el año siguiente el total de bautizados de esas tierras llamadas de Nueva España alcanzara a unos nueve millones.
Ni el número, ni la variedad de instrumentos pastorales, como el dominio de las lenguas nativas, mejoró mucho las cosas. Para 1531, el mismo Obispo Zumárraga, escribía al Capítulo General de los Franciscanos que el número de indios bautizados en esas tierras ascendía a más de un millón.
Sin embargo, para 1528 México cuenta con su primer obispo electo, el franciscano fray Juan de Zumárraga, quien pronto se distinguirá como protector de indios. El número de órdenes religiosas y de misioneros aumenta -dominicos, mercedarios se suman a la gesta evangelizadora-, llegando los franciscanos, que fueron los primeros, a alcanzar el número de cien para el año 1531.
Los primeros misioneros llegan con la expedición de Hernán Cortés, en 1519. Años después llega un contingente de misioneros franciscanos, y luego, más tarde, dominicos. Pero la tarea evangelizadora no progresa muy bien por lo arraigado de las creencias ancestrales de los pueblos que habitaban en esas zonas. Las conversiones no son numerosas, ni mucho menos espectaculares. Y cuando se producen, en no pocos casos, se da un sincretismo con mitos locales, o, lo que era más frecuente, los neo-conversos ... (ver texto completo)
Como el Tepeyac queda en México, a la evangelización de esas hermanas tierras nos referiremos brevemente.