Al escuchar esto, el cuervo sacó pecho, abrió el pico y lanzó un fuerte graznido.
El pedazo de queso se le cayó de la boca, yendo a parar a las fauces de la zorra, que aguardaba debajo este momento.
-Gracias, querido -exclamó-. Ahora sabrás cuál es el precio de la vanidad.
Y riéndose, se zampó el queso.
El pedazo de queso se le cayó de la boca, yendo a parar a las fauces de la zorra, que aguardaba debajo este momento.
-Gracias, querido -exclamó-. Ahora sabrás cuál es el precio de la vanidad.
Y riéndose, se zampó el queso.