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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Primeras flores de primavera
Foto enviada por cuenka

-- ¿Una carretada de qué?
--pensó Alicia.
Y no tuvo que esperar mucho para averiguarlo, pues un instante después una granizada de piedrecillas entró disparada por la ventana, y algunas le dieron en plena cara.
-- ¡Tenemos que quemar la casa!
--dijo la voz del Conejo.
Y Alicia gritó con todas sus fuerzas:
-- ¡Si lo hacéis, lanzaré a Dina contra vosotros! Se hizo inmediatamente un silencio de muerte, y Alicia pensó para sí:
--Me pregunto qué van a hacer ahora. Si tuvieran una pizca de sentido común, levantarían el tejado.
Después de uno o dos minutos se pusieron una vez más todos en movimiento, y Alicia oyó que el Conejo decía:
--Con una carretada tendremos bastante para empezar.
-- ¡Vaya! ¿Conque es Bill el que tiene que bajar por la chimenea? se dijo Alicia
--. ¡Parece que todo se lo cargan a Bill! No me gustaría estar en su pellejo: desde luego esta chimenea es estrecha, pero me parece que podré dar algún puntapié por ella.
Alicia hundió el pie todo lo que pudo dentro de la chimenea, y esperó hasta oír que la bestezuela (no podía saber de qué tipo de animal se trataba) escarbaba y arañaba dentro de la chimenea, justo encima de ella. Entonces, mientras se decía a sí ... (ver texto completo)
-- ¿Un brazo, majadero? ¿Quién ha visto nunca un brazo de este tamaño? ¡Pero si llena toda la ventana!
--Seguro que la llena, señor. ¡Y sin embargo es un brazo!
--Bueno, sea lo que sea no tiene por que estar en mi ventana. ¡Ve y quítalo de ahí! Siguió un largo silencio, y Alicia sólo pudo oír breves cuchicheos de vez en cuando, como « ¡Seguro que esto no me gusta nada, señor, lo que se dice nada!» y « ¡Haz de una vez lo que te digo, cobarde!» Por último, Alicia volvió a abrir la mano y a moverla ... (ver texto completo)
Eso sí que no
--pensó Alicia.
Y, después de esperar hasta que creyó oír al Conejo justo debajo de la ventana, abrió de repente la mano e hizo gesto de atrapar lo que estuviera a su alcance. No encontró nada, pero oyó un gritito entrecortado, algo que caía y un estrépito de cristales rotos, lo que le Este documento ha sido descargado de http://www. escolar. com hizo suponer que el Conejo se había caído sobre un invernadero o algo por el estilo.
Después se oyó una voz muy enfadada, que era la ... (ver texto completo)
-- ¡Mary Ann! ¡Mary Ann!
--decía la voz
--. ¡Tráeme inmediatamente mis guantes! Después Alicia oyó un ruidito de pasos por la escalera. Comprendió que era el Conejo que subía en su busca y se echó a temblar con tal fuerza que sacudió toda la casa, olvidando que ahora era mil veces mayor que el Conejo Blanco y no había por tanto motivo alguno para tenerle miedo.
Ahora el Conejo había llegado ante la puerta, e intentó abrirla, pero, como la puerta se abría hacia adentro y el codo de Alicia estaba ... (ver texto completo)
--Era mucho más agradable estar en mi casa
--pensó la pobre Alicia
--. Allí, al menos, no me pasaba el tiempo creciendo y disminuyendo de tamaño, y recibiendo órdenes de ratones y conejos. Casi preferiría no haberme metido en la madriguera del Conejo... Y, sin embargo, pese a todo, ¡no se puede negar que este género de vida resulta interesante! ¡Yo misma me pregunto qué puede haberme sucedido! Cuando leía cuentos de hadas, nunca creí que estas cosas pudieran ocurrir en la realidad, ¡y aquí me ... (ver texto completo)
--Estoy segura de que, si como o bebo algo, ocurrirá algo interesante
--se dijo
--. Y voy a ver qué pasa con esta botella. Espero que vuelva a hacerme crecer, porque en realidad, estoy bastante harta de ser una cosilla tan pequeñeja.
¡Y vaya si la hizo crecer! ¡Mucho más aprisa de lo que imaginaba! Antes de que hubiera bebido la mitad del frasco, se encontró con que la cabeza le tocaba contra el techo y tuvo Este documento ha sido descargado de http://www. escolar. com que doblarla para que ... (ver texto completo)
--. Claro que
--siguió diciéndose Alicia
--, si a Dina le daba por empezar a darnos órdenes, no creo que parara mucho tiempo en nuestra casa.
A todo esto, había conseguido llegar hasta un pequeño dormitorio, muy ordenado, con una mesa junto a la ventana, y sobre la mesa (como esperaba) un abanico y dos o tres pares de diminutos guantes blancos de cabritilla. Cogió el abanico y un par de guantes, y, estaba a punto de salir de la habitación, cuando su mirada cayó en una botellita que estaba al ... (ver texto completo)
-- ¡Qué raro parece
--se dijo Alicia eso de andar haciendo recados para un conejo! ¡Supongo que después de esto Dina también me mandará a hacer sus recados!
--Y empezó a imaginar lo que ocurriría en este caso: « ¡Señorita Alicia, venga aquí inmediatamente y prepárese para salir de paseo!», diría la niñera, y ella tendría que contestar: « ¡Voy en seguida! Ahora no puedo, porque tengo que vigilar esta ratonera hasta que vuelva Dina y cuidar de que no se escape ningún ratón»
--Y, a pesar de todo, ¡qué cachorrito tan mono era!
--dijo Alicia, mientras se apoyaba contra una campanilla para descansar y se abanicaba con una de sus hojas
--. ¡Lo que me hubiera gustado enseñarle juegos, si... si hubiera tenido yo el tamaño adecuado para hacerlo! ¡Dios mío! ¡Casi se me había olvidado que tengo que crecer de nuevo! Veamos: ¿qué tengo que hacer para lograrlo? Supongo que tendría que comer o que beber alguna cosa, pero ¿qué? Éste es el gran dilema.
Realmente el gran dilema ... (ver texto completo)
-- ¡Cómo, Mary Ann, qué demonios estás haciendo aquí! Corre inmediatamente a casa y tráeme un par de guantes y un abanico! ¡Aprisa! Alicia se llevó tal susto que salió corriendo en la dirección que el Conejo le señalaba, sin intentar explicarle que estaba equivocándose de persona.
licia en el País de las Maravillas

Capítulo 4 - LA CASA DEL CONEJO

Casa Conejo Era el Conejo Blanco, que volvía con un trotecillo saltarín y miraba ansiosamente a su alrededor, como si hubiera perdido algo. Y Alicia oyó que murmuraba:
-- ¡La Duquesa! ¡La Duquesa! ¡Oh, mis queridas patitas! ¡Oh, mi piel y mis bigotes! ¡Me hará ejecutar, tan seguro como que los grillos son grillos! ¿Dónde demonios puedo haberlos dejado caer? ¿Dónde? ¿Dónde? Alicia comprendió al instante que estaba buscando ... (ver texto completo)
Al regresar a casa, Linda contó a la madre sus aventuras.

— ¿Has mirado el exterior de tu parasol? —le preguntó su madre.

Linda abrió su parasol y cuando fue a examinarlo, dio un salto atrás asustada. En el parasol había pintado un refulgente dragón de mirada temible y afiladas garras.

—Ahora comprenderás —dijo la madre—, lo bien que te ha protegido el dragón.
" ¡Ay de mí! Sólo puedo esconderme detrás de mi parasol y aguardar a que me atrape", pensó. Así pues, temblando, se sentó detrás de su parasol y esperó. Pero no sucedía nada, no sucedió nada. Cuando se asomó por detrás de su parasol, todo estaba tranquilo, y no había ningún pajarraco a la vista.