Después de que me jubilé mi esposa insistió que la acompañara en sus
compras al shopping mall.
Por desgracia, como casi todos los hombres, me di cuenta de que ir de compras es aburrido y solo prefiero entrar y salir.
Lamentablemente mi esposa es como la mayoría de las mujeres, a ella le encanta recorrer las
tiendas de departamentos, las islas y el súper.
Ayer, mi querida esposa recibió la siguiente carta de un hipermercado local:
ESTIMADA SEÑORA CARMELA:
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