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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Rodillos para la era
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

El hombre se tiró de los pelos al ver que por su avaricia había perdido a un compañero fiel y útil, y mientras el pollino moría, el viejo iba diciendo:
-No es la piel lo que hace temible al león.
Este, al ver acercarse a tanta gente lanzó un sonoro rebuzno que descubrió a los campesinos su disfraz, y que tuvo además por consecuencia irritarlos mucho más. En un momento cayeron todos sobre él y lo molieron a palos de tal manera, que cuando al fin el mercader logró rescatarlo, estaba moribundo
Un día el mercader llegó a un pueblo, y como había hecho en los otros, soltó al asno en un campo de verde alfalfa. El dueño, al ver lo que él suponía un león huyó, aterrorizado, al pueblo, y contó a sus convecinos lo que estaba ocurriendo. Sin vacilar un momento, todos se armaron hasta los dientes y corrieron al encuentro del falso león.
EL ASNO CON LA PIEL DE LEÓN

Cuando Bramadatta reinaba en Benarés, había un viejo mercader que viajaba de pueblo en pueblo, llevando sus mercancías a lomos de un asno. Este mercader se valía de un ingenioso ardid para alimentar a su burro. Tan pronto como llegaba a un pueblo, lo descargaba y lo cubría enseguida con una piel de león; luego lo soltaba en un campo de arroz o alfalfa. El asno comía hasta hincharse y los dueños de los campos no se atrevían a echarle, ya que creían que se trataba de ... (ver texto completo)
Eso acabó por enfadar a su esposa: "Encontraré una cura, aprenderá a tener miedo."
Fue al río que atravesaba el jardín y se trajo un cubo lleno de gobios. Por la noche, cuando el joven rey estaba dormido, su esposa le quitó las sábanas y le vació encima el cubo lleno de agua fría con los gobios, de manera que los pececitos se pusieron a dar saltos sobre él. Él se despertó y gritó: - ¡Qué susto!, ahora sé lo que es asustarse.
No, -contestó- vino un muerto y un hombre con barba me enseño un montón de dinero abajo, pero nadie me ha dicho lo que es tener miedo.
-Entonces, -dijo el rey- has salvado el castillo y te casarás con mi hija.
-Todo eso está muy bien, -dijo el joven- pero sigo sin saber lo que es tener miedo.
Se repartió el oro y se celebró la boda. Pero por mucho que quisiese a su esposa y por muy feliz que fuese el joven rey siempre decía: -Si pudiera tener miedo, si pudiera tener miedo...
-Creo que podré encontrar la salida -dijo el joven. Y tanteando consiguió encontrar el camino hasta la sala donde estaba el fuego y durmió junto a él.
A la mañana siguiente el rey fue a verle y le dijo: -Ya tienes que haber aprendido lo que es tener miedo.
-De todo esto, -dijo el viejo- uno es para los pobres, otro es para el rey y el tercero es para ti.
Entretanto dieron las doce y el espíritu desapareció y el joven se quedó a oscuras.
-Te he vencido -dijo el joven- ahora te toca morir a ti -y con una barra de hierro golpeó al viejo hasta que empezó a llorar y a pedirle que parara, que si lo hacía le daría grandes riquezas.
El joven soltó la barra de hierro y le dejó libre. El viejo lo condujo de nuevo al castillo y en un sótano le mostró tres cofres llenos de oro.
-Pronto acabaré contigo -dijo el demonio.
-Tómatelo con calma y no digas bravuconadas que soy tan fuerte como tú o quizá más.
-Lo comprobaremos -dijo el viejo-. Si eres más fuerte, te dejaré ir. Ven y lo comprobaremos.
Lo condujo a través de oscuros pasajes hasta una forja, allí el viejo cogió una enorme hacha y de un tajo partió un yunque en dos.
-Puedo mejorarlo -dijo el muchacho y se fue a otro yunque. El viejo se acercó para observar con la barba colgando. El joven levantó el hacha, partió el yunque de un tajo y en el camino cortó la barba del viejo. -Pobre diablo, -gritó el viejo- pronto sabrás lo que es tener miedo, porque vas a morir.
-No tan deprisa -respondió el muchacho-, que yo tendré algo que decir ... (ver texto completo)
-Pobre diablo, -gritó el viejo- pronto sabrás lo que es tener miedo, porque vas a morir.
-No tan deprisa -respondió el muchacho-, que yo tendré algo que decir en eso de que voy a morir.
-Pronto acabaré contigo -dijo el demonio.
-Tómatelo con calma y no digas bravuconadas que soy tan fuerte como tú o quizá más.
-Lo comprobaremos -dijo el viejo-. Si eres más fuerte, te dejaré ir. Ven y lo comprobaremos.
-No puedo aprender a tener miedo -dijo el muchacho-. Nunca en mi vida aprenderé.
Un hombre más alto que los demás entró y tenía un aspecto terrible. Era viejo y tenía una larga barba blanca.
El joven le dijo: - ¿Ves primo como te he hecho entrar en calor?
Sin embargo el cadáver se levantó y dijo: -Te estrangularé.
- ¿Cómo?, -dijo el joven- ¿Así me lo agradeces? Pues te vas a ir a tu ataúd ahora mismo.
Y lo cogió en volandas, lo tiró al ataúd y cerró la tapa. Entonces los seis hombres vinieron y se llevaron el ataúd.
Pusieron el ataúd en el suelo, abrieron la tapa y se vio un cadáver tumbado en su interior. El joven le tocó la cara pero estaba fría como el hielo. -Espera, -dijo- te calentaré un poco -se fue al fuego, se calentó las manos y las puso en la cara del difunto, pero esta continuó fría. Lo sacó del ataúd, lo sentó junto al fuego y lo apoyó en su pecho frotándole los brazos para que la sangre circulara de nuevo. Como esto tampoco funcionaba, pensó: "cuando dos personas se meten en la cama se dan calor ... (ver texto completo)