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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Las primeras rosas
Foto enviada por cuenka

Los animales callaron un instante; el pelícano avanzó contoneándose y dijo:
- ¡Qué amables habéis sido al venir a saludarme! -exclamó Lily.
Lily se incorporó y miró a su alrededor. Prácticamente todos los animales de quienes había oído hablar estaban reunidos allí: grullas, cisnes, pelícanos, canguros, ratas de Malabar, koalas y un arco iris de loros de brillante colorido que no paraban de chillar.
- ¿Quién hará de juez?
- ¿Ha visto alguien al oso australiano?
- ¡Ponte ahí!
- ¡Este no es tu sitio!
Había un cierto vocerío:
A Lily ya no le daba tanto miedo quedarse sola en el bosque, con lo que se acostó y no tardó en dormirse. Pero sus sueños eran confusos y extraños. Le pareció oír una multitud de voces que murmuraban. Al despertarse, comprendió que las voces eran reales.
Mientras te echas una siestecita, yo iré en busca del aguzanieves.
-Tú quédate aquí a descansar, Lily.
El canguro estaba muy cansado tras haber escapado de los cazadores aborígenes defendiéndose de sus perros. Así que Lily tuvo que ir andando en vez de viajar en la bolsa del canguro y al mediodía se sintió también muy fatigada. Cuando llegaron a un paraje al abrigo del sol, el canguro dijo:
Lily y el canguro

En la mañana del tercer día que pasaba Lily en el bosque, el sol apareció todo dorado y teñido de carmesí sobre un mundo luminoso, fresco y perfumado. Cantaban los grillos, las ranas croaban y los pájaros trinaban. Quizá entre las aves se encontraba el aguzanieves, que conocía el camino de regreso a la casa de Lily.
-Cuando sea mayor-pensó-, no permitiré que nadie haga daño a mis amigos de la pradera.
Qué suerte haber encontrado amigos así en la pradera. Pronto darían con el paradero del aguzanieves y éste le enseñaría el camino de su casa.