Factura rebajada un 25%

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Las primeras rosas
Foto enviada por cuenka

La única salvación posible era franquear el barranco. El canguro recogió a Lily, la volvió a colocar en su bolsa y galopó hacia el terrible precipicio.
¡Los demás cazadores se acercaban!
Con un gruñido terrible, el perro saltó a la garganta del canguro. Pero éste lo agarró entre sus dos manos negras, le dio una patada con una de sus potentes patas traseras y cuando lo tiró al suelo, ya estaba muerto.
De repente se paró en seco. Se hallaba al borde de un barranco negro y profundo, un gran precipicio en la tierra. Lily podía ver a los cazadores todavía lejos, pero uno de los perros se había adelantado a los demás y se aprestaba a atacar a la luz de la Luna. El sacó a la niña de su bolsa y saltó hacia el perro para enfrentarse con él. Aguardó erguido y alto con sus pequeños brazos abiertos.
- ¡Nunca! -jadeó el valiente animal- ¡Así es como perdí a mi pequeño!
- ¡Canguro! -gritó Lily- ¡Déjame en el suelo! ¡Sin mí lograrás escapar!
Pero los perros y los aborígenes continuaban persiguiéndole. La pobre Lily estaba aterrada. La Luna brillaba y los cazadores podían ver fácilmente al canguro. Saltaba con tanta fuerza que pronto empezó a faltarle el aliento.
Se detuvieron los cantos y brotaron gritos de todas las gargantas. El canguro agarró a Lily y se alejó dando enormes saltos. Parecía volar a través de la noche
Estaban tan absortos en sus cuchicheos que se olvidaron por completo de los perros de los aborígenes. De repente, los perros salvajes que merodeaban por el campamento olfatearon al canguro y se pusieron a ladrar
-Te lo prometo- respondió Lily.
-Todos los humanos son iguales en el fondo -dijo el canguro-. Todos nos matan. Mira, esa danza está dedicada a la muerte de los canguros. Uno de los bailarines hace el papel de canguro y el otro pretende cazarlo. Lily se estremeció y murmuró: - ¡Ojalá no fuera yo un humano! El animal la acarició. -Hay algunos humanos buenos. Si nunca llevas botas de piel de canguro y nunca, nunca, comes sopa de canguro, aprenderás a ser uno de ellos.
- ¡Tengo miedo! -susurró Lily-. ¡Los humanos blancos no son así!
Saltando entre la maleza, se acercaron cada vez más a aquella fiesta. Desde el interior de su bolsa. Lily notaba el nerviosismo de su amigo. Pronto pudieron ver a unos hombres que bailaban con sus cuerpos pintados de rojo y de blanco. Otros estaban en cuclillas en el suelo golpeando unos bumerangs con palos o tocando palmas. Todos cantaban una canción extraña, como un lamento, mientras el fuego de su campamento alumbraba sus rostros con un horrible resplandor rojo.
-Si nos ven, nos cazarán con sus perros y nos matarán -contestó el canguro-. Pero si tienes que verlos… sigúeme y procura no hacer ruido.
-Pero no nos van a hacer daño, ¿verdad? -dijo Lily. que deseaba volver a ver caras humanas- Me gustaría presenciar sus danzas.